Hey Jude, lo hiciste bien
Ni el mismo Jude, ni su familia, ni el club, ni los aficionados podían pensar que el primer año del inglés iba a ser, al mismo tiempo, el de su consolidación. Un arranque de temporada fulgurante en el que sorprendió a todos con su tremenda planta de futbolista, su tranco largo con la pelota y su inopinada llegada al gol. Los rivales no sabían por dónde llegaba Bellingham al remate y, cuando querían enterarse, se lo encontraban celebrando en el córner con los brazos y las piernas abiertos, en ese gesto que ya es conocido mundialmente.
La primera vuelta fue un idilio con los aficionados viendo cómo el novato sostenía al equipo frente a todas las contrariedades y ausencias. Jugando todos los minutos de todos los partidos, defendiendo la izquierda y atacando por el centro, sacrificándose al máximo y demostrando que quería ganarse el rango de estrella por méritos propios. Hubo un momento incluso en que parecía acelerado, en las protestas, en las caídas, en los gestos, como si le pudiera la ansiedad cuando no le salía todo bien.
Como es normal, ha terminado la temporada algo cansado y sin la frescura inicial, pero ha conseguido empaparse del espíritu del equipo en tiempo récord y tiene un margen de mejora impresionante. Con su físico y su juventud marcará una época.