Hazard y su eterna sonrisa
Lo de Eden Hazard empieza a ser un acto de fe digno de entrar en el santoral de los más madridistas. El pasado verano volví a darle un voto de confianza, convencido de que la oportunidad que le dio Ancelotti de jugar de falso 9 en el Clásico de Las Vegas y en los siguientes compromisos de pretemporada iban a reforzar su autoestima hasta lograr recuperar parte de aquel jugador top que fichamos del Chelsea en 2019. Hazard ha logrado con su parsimonia gestual, falta de intensidad y nula capacidad de desequilibrio que todos los que le dimos al belga una última oportunidad empecemos a batirnos en resignada retirada. Lo mismo ahora hace un gran Mundial y nos hace pensar que el Madrid lo ha recuperado para la causa en la segunda parte de este curso apasionante que nos espera. Pero permítanme que ya no apueste un solo euro por él...
Mucha gente me pregunta por qué Ancelotti en los últimos partidos no le ha dado un solo minuto de juego, prefiriendo incluso darle oportunidades al denostado Mariano antes que al belga. La respuesta es fácil. El italiano ha visto en él un conformismo y una falta de rebeldía impropias de un jugador de élite. Si tú todavía te sientes un futbolista top y no juegas, lo normal es poner malas caras y luchar como loco por una oportunidad. Sin embargo, Hazard entra y sale de Valdebebas con una sonrisa. Y tan feliz.