Hasta en las mejores familias
Ferrero y Alcaraz, en cierto modo padre e hijo, rompen después de la mejor temporada del murciano y tras siete años increíbles juntos.


Cuando Juan Carlos Ferrero se hizo cargo en 2018 de un diamante en bruto llamado Carlos Alcaraz, seguro que ni imaginaba todo lo que conseguirían juntos. “Con 15 años, tiene un futuro muy prometedor. Pero sacar otro número uno como los tres que hemos tenido en España (Carlos Moyá, Rafa Nadal y él mismo) es muy complicado”, dijo el valenciano en una entrevista concedida a AS al comienzo de una relación que trascendió lo profesional con el murciano y que acaba ahora, seis títulos de Grand Slams después y con Alcaraz en lo más alto del ranking mundial. Porque Ferrero fue un segundo padre para Carlos. Y como pasa hasta en las mejores familias, al margen de los buenos ratos, los éxitos, las alegrías y una evidente complicidad, que se veía en las constantes bromas que, como un niño travieso, le gastaba el tenista de El Palmar, también tuvieron momentos de tensión, algunos incluso públicamente, en la pista.
Con el paso del tiempo, Alcaraz fue siendo menos chaval y más adulto, y en su carácter risueño se colaron por alguna que otra grieta ramalazos de agria madurez. Lo normal. Su manera de ver la vida y el deporte pudo chocar de algún modo con la idea del profesionalismo que tenía Ferrero, con la que comulgó cuando era jugador. Como padre tenístico, Juanki ya lo había advertido. “Hay que aprender a ser un gran profesional todo el año y hacer las cosas cuando toca: entrenar cuando toco, pasárselo bien cuando toca, desconectar cuando toca… Hay que mejorar y él lo sabe”, dijo después de que su pupilo fuera eliminado en las ATP Finals por Novak Djokovic.
El caso es que, justo después de la mejor temporada de Alcaraz, la más equilibrada en cuanto a resultados durante todo el curso, casi de principio a fin, exceptuando el inicio, y tras ser nombrado Ferrero mejor entrenador ATP, junto con Samuel López, que será quien permanezca al mando del equipo, es cuando se acaba la bonita historia de estos números uno. Quizá sea el momento idóneo para que el ‘hijo’ abandone el nido. El tiempo lo dirá.
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