Hamburguesas, propósitos y fichajes
Llegar a un club como revulsivo o como solución a mitad de temporada tiene su miga.

Uno de mis chistes favoritos, uno de esos que, cuando me dispongo a contarlo, provoca en mis hijos un lamento al unísono, es el siguiente. Lunes: un niño le pregunta a su madre qué hay de comer y ella responde: “¡Hamburguesa, hijo, hamburguesa!”. El niño grita entusiasmado, puños en alto: “¡Hamburguesa, hamburguesa!”. El martes, el niño repite la pregunta, la madre la respuesta, y el niño vuelve a celebrar, aunque ya con algo menos de euforia. Y lo mismo sucede el miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo: cada día el énfasis de la celebración se va apagando un poco más, hasta que el día del Señor ya es apenas un lamento susurrado con los brazos colgando inertes. Pero entonces vuelve a ser lunes. El niño pregunta qué hay de comer, la madre responde: “¡Hamburguesa, hijo, hamburguesa!”, y el niño reinicia el ciclo gritando feliz, con los puños otra vez en alto: “¡Hamburguesa, hamburguesa!”.
Esto de las Navidades, los cambios de año, los balances y los buenos propósitos siempre me ha sonado un poco a ese chiste. Como si, después de un ciclo (la temporada, el año, el último mes) en el que la euforia se ha ido desinflando, el simple cambio de fecha nos devolviera la ilusión. Un entusiasmo que tiene más que ver con el calendario que con la realidad de lo que vemos… la hamburguesa de siempre.
“El fútbol es un estado de ánimo”, escribió, o dijo, tanto da, Jorge Valdano, que tiene la virtud de escribir cuando habla. Y en ese sentido, qué importantes son los partidos que rodean a las fechas señaladas. El último partido del año lo es aún más cuando llega antes de un pequeño descanso; y lo es muchísimo más cuando ese paréntesis coincide con el cambio de año. El primero del nuevo año, por su parte, llega siempre cargado de promesas y propósitos renovados. ¿Cuántas veces se repite en estos días el manido “borrón y cuenta nueva”?
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A veces esos nuevos propósitos adoptan la forma de fichajes en el mercado de invierno. Llegar a un club como revulsivo o como solución a mitad de temporada tiene su miga. El refuerzo de invierno es la hamburguesa del lunes: se celebra con ilusión, aunque el menú sea el mismo y las urgencias sigan ahí. Es una obviedad que para mejorar no vale con señalar el calendario.
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