Háblame del mar, marinero...
Mañana festiva en Madrid, con paseo de la Liga número 36. Empezó de forma extraña, con esa entrega fría e inédita en la Ciudad Deportiva por mano de Pedro Rocha, el hombre al que pretende suplantar el Gobierno por Del Bosque en los actos de representatividad como el del caso. Tuve la impresión de que no será la única trompetilla que el sobrevenido presidente le haga al Gobierno. Ya veremos quién representa a la Federación en las inminentes finales de Champions, la femenina en San Mamés y la masculina en Wembley. En ambos casos la organización corresponde a la UEFA, que será por tanto la que disponga el protocolo en el palco.
Esta entrega se ha ido liando entre todos. En otro tiempo, el trofeo se le entregaba al campeón en su primer partido en casa la temporada siguiente, porque así como la Copa tiene ganador en campo y día fijo, en la Liga no siempre ocurre, y se solucionaba así. Lo veíamos natural. Fue por imitar a la Bundesliga, que entrega su bandejón al ganador el día de la proclamación (con alguna copia para caso de dudas), por lo que se decidió que aquí había que hacer lo mismo. Pero al no cambiar el orden del Girona-Barça y el Madrid-Cádiz se perdió la gran ocasión, y entregarla en el terreno del descendido Granada hubiera resultado de mal gusto.
No era cuestión de hacer los festejos de ayer a manos vacías, de ahí la esperpéntica entrega. Pero luego todo fue como debía ser, el recorrido por las instituciones y la visita a la Magna Mater para la ofrenda ritual a cargo del capitán Nacho, dentro del buen hábito madridista de reservar tal dignidad al más antiguo. Otra Liga, esta con sello principal del entrenador, que ha resuelto necesidades graves gracias a que ha tenido perfectamente enchufada a toda la plantilla, en la que no puede decirse que haya habido ningún peso muerto. Y ha legado al acervo madridista una frase que quedará: “Háblame del mar, marinero”, nueva forma de decir “ladran, luego cabalgamos”.