Garbajosa crece, que ya es decir
Papaloukas, Ginóbili, Carmelo Anthony, Garbajosa y Pau Gasol. Este fue el quinteto ideal del Mundobasket 2006, un dato definitorio de la dimensión del personaje que este martes nos visitó en AS, en sus tiempos de jugador, no tan lejanos. Aquel oro con la Selección se eleva como la gran conquista deportiva de Jorge Garbajosa, junto a la plata olímpica en Pekín 2008 y el oro en el Eurobasket de Polonia 2009, pero también transitó por clubes de prestigio: el Real Madrid, el Baskonia, el Benetton Treviso, el Unicaja Málaga, el Khimki… Y, por supuesto, los Toronto Raptors, su experiencia en la NBA. Este palmarés sirve para situar la altura de sus 207 centímetros cuando portaba pantalón corto. Entonces era un baloncestista ganador. Y ahora que viste con americana, y que ha cambiado las canchas por los despachos, hay algo que permanece: su carácter de campeón. Después de 11 años en la FEB, siete de ellos como presidente, Garbajosa ha dado el salto a FIBA Europa. El pasado sábado, durante la elección, sintió la misma adrenalina de la competición: “El reto de ganar es adictivo”. Da igual el escenario.
El madrileño, que deja a la Selección masculina campeona del Mundo, de Europa y número uno del escalafón, entre otros éxitos, afronta el desafío al mando de un organismo formado por 50 países con situaciones y necesidades muy diversas, desde Malta a Francia, pasando por Moldavia o Alemania. Y alguna patata caliente como la relación con la Euroliga y el saturado calendario. Garbajosa, defensor de las selecciones y de las ligas nacionales, ondeará esa bandera por el continente, que es ondearla por el mundo. Sus progresos serán buenos para el basket, pero también para el deporte español, que coloca a un competente dirigente en un gran puesto internacional. “Siento el vértigo de empezar de cero”, reconoció. Un nuevo reto para un Garbajosa que no para de crecer. Y ya es decir.