Fútbol de campanillas en Arabia Saudí

Me gusta esta fórmula de Supercopa. Ya sé que a algunos les parece mal que un título se juegue tan lejos de las aficiones, a otros que asalte el calendario en estos momentos y a muchos que se juegue en Arabia Saudí, con lo que eso supone. Leo en El Mundo que sólo un 1,65% de las niñas hacen allí deporte, lo que es impresentable, pero agrega que el porcentaje ha aumentado con los grandes eventos que se van disputando por allí. Esa es mi esperanza, que estas cosas inicien una bola de nieve que avance lenta pero inexorablemente. Los de mi quinta sabemos que en nuestra España casi ninguna niña hacía deporte en los sesenta, y ya ven ahora…

Se va por dinero, desde luego. A la Federación esto le da 20 millones que le sirven para regar ese fútbol necesitado que malvive fuera de LaLiga: el femenino y el de categorías inferiores. También salen bien pagados los clubes: el Madrid y el Barça tienen un fijo de 5,5 millones; el Valencia, de 1,7 y el Betis, de 750.000, gastos aparte (300.000 por club) más un plus de 600.000 por finalista y otro tanto por el título. Hay una desproporción en que la empresa de Piqué se lleve más que la suma de Valencia y Betis, pero el mundo está organizado así en estos tiempos. Bueno, y en anteriores. El que parte y reparte se lleva la mejor parte, se dice desde siempre.

En todo caso me parece un torneo amable: ganarlo te deja muy bien, no hacerlo no se siente como un gran fracaso, aunque no olvido que el desquicie del Barça se aceleró cuando echaron a Valverde por perder ante el Atlético una semifinal que mereció ganar. Pero eso no hay que achacarlo al dramatismo de una competición que no lo tiene sino más bien parece una coda final de las fiestas navideñas, sino al dramatismo instalado hasta el tuétano en el Barça de un tiempo acá. Los cuatro forman una interesante y variada representación de nuestro fútbol, son lo que años atrás se llamó ‘equipos de campanillas’, así que podemos esperar buenos partidos.