Explicaciones arbitrales... con restricciones

Una vez que Fran Soto, el flamante CEO de la cosa arbitral, ha dado a conocer la nueva estructura completa, me queda una sensación de escepticismo. En primer lugar, la única persona que sobrevive de la vieja estructura es Yolanda Parga, cabeza del fútbol femenino, esposa de Megía Dávila, el exárbitro que trabaja en el Madrid; al frente de la IA, que decidirá las designaciones, nos anuncian a un joven ‘hacker’ que se nos presenta como “madridista, raulista e ikerista”. A cambio, el responsable técnico, número dos en la práctica, es Fernández Borbalán, que hizo toda su carrera y llegó a internacional bajo la capa de Enríquez Negreira.

O sea: ni para ti ni para mí, para los dos y para ningún otro. Así no se resuelven las infinitas desconfianzas cruzadas. A cambio veo un elemento esperanzador: se explicarán las jugadas polémicas. Bueno, visto más de cerca resulta que no serán ‘las’, sino ‘algunas’, y no cada semana, sino cada dos o tres. Lástima, porque creo que es bueno, y en mayor medida, mejor. A los árbitros no les gusta que señalen sus errores, pero quizá sea el momento de que todos, también ellos, admitamos que errar es humano y aprendamos a ver como algo natural los errores arbitrales, no como episodios oscuros que encierran malvadas intenciones.

Y servirá para que nos sepamos el Reglamento de nuevo. Tiempo atrás, con el libro que cada poco reeditaba Escartín, el propio sentido lógico de las reglas, se puede decir que todo aficionado estaba impuesto. Ya no. Ya hay tantos retoques, tan caprichosos, muchos de quita y pon, que o has leído la última circular de la penúltima ocurrencia o estás perdido. Los propios jugadores expresan sus dudas, no digamos ya el aficionado, más alejado del juego y aturdido por tantos y tan extravagantes cambios. Cuantas más jugadas se analicen, mejor. Y reducir la explicación a unas cuantas sólo servirá para alimentar sospechas.

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