Exhibición de España y debut feliz de Lamine
Tenía yo miedo a este partido, mire usted por dónde, y se resolvió con una goleada estruendosa. Lo temía porque Georgia venía siendo muy firme en casa y porque suponía que todo lo que está pasando podía distraer a los jugadores. Nada va bien estos días en esa Federación que parece un hormiguero pisoteado, ya vimos cómo se dejaron las botas y los guantes en casa. Y, sin embargo, el equipo jugó de maravilla. Ya la selección femenina llegó al Mundial entre malos rollos, con aquella revuelta de las quince, y después bordó el juego. Ahora han sido los chicos los que nos alivian el mal rato con un partidazo. Nuestro fútbol se redime sobre el campo.
Todo fue magnífico. El triángulo Le Normand-Rodrigo-Laporte iniciaba con orden; los interiores, Gavi y Fabián, cubrían campo; filtraban pases y llegaban; los extremos, Asensio y Olmo, entraban en diagonales abriendo el camino a los laterales, Carvajal y Gayà; Morata se movía, abría huecos y remataba; Unai Simón lo miraba todo tranquilo desde el fondo. Pena que se comiera un gol tonto. Quizá ayudó el 4-4-2 de Georgia, con sus dos pivotes en inferioridad frente a la media de España, pero lo que verdaderamente marcó el partido fue que todos los nuestros jugaron bien. Como pidió Nelson a los suyos en Trafalgar, cada hombre hizo bien su tarea.
Además, las lesiones de Olmo y Asensio, esperemos que leves, permitieron salir al joven Nico y al jovencísimo Lamine Yamal, que batió el récord de precocidad de Gavi. Hay que agradecer al Barça ese surtido de ‘teenagers’, (Pedri, Ansu Fati, Gavi, Lamine…) con que enriquece a la Selección. Los dos nuevos extremos estuvieron formidables y salieron a gol cada uno. El de Lamine, a pase de Nico, fue un empalme de zurda duro, colocado y sabio digno de un superclase. Los otros que entraron (Merino, Zubimendi y Joselu) también estuvieron a la altura. Todo perfecto en un gran partido, bello paréntesis en estas fechas antipáticas.