Este Madrid va de mal en peor
Una enorme bandera de la Comunidad Valenciana se desplegó de arriba abajo por la grada de La Castellana, entre la ovación emocionada del Bernabéu. A eso siguió el minuto de emisión solemne del himno de aquella comunidad, con los jugadores en el círculo central. Un mensaje de condolencia hacia esa gente que sufre lo indecible. Sé que las opiniones en este punto están divididas, y así seguirán hasta el fin de los tiempos, pero tiendo a pensar que el fútbol puede hacer más encendido que apagado. Aunque entiendo a todos los que se han sentido desacomodados estos días, al jugar o entrenar sin ánimo para ello.
En cuanto al partido en sí, desnudó de nuevo al Madrid, evidenciando que va de mal en peor. El Milan, que venía como séptimo en su campeonato, se llevó los tres puntos y dejó a los blancos en una posición incomodísima. Ya veremos en qué puesto se acuesta mañana, pero la frontera del octavo se le va a ir quedando lejos. Atento atrás, muy buen movido por el excelente Reijnders, al que por otra parte nadie supo sujetar, y buscando insistentemente el lado débil de la defensa madridista, ganó con bastante facilidad, y aún pudo hacer un gran roto en el marcador, evitado por Lunin con un par de paradas excepcionales. El Milan tenía un plan; el Madrid, no.
Algunos excepcionales jugadores, algunos buenos y Tchouameni, eso es el Madrid. El medio centro pasó ayer de sospechoso a convicto. Tanto que el público le pitó y Ancelotti tuvo que retirarle. Pero lo peor es la impresión de que el propio Ancelotti ya está desconcertado, buscando soluciones a través de corazonadas. Los cambios de ayer fueron extravagantes, además de inútiles. Como parches de colores chillones puestos adrede para afear la ropa de un payaso. Duele decirlo, pero pasan las semanas y los meses y el Madrid no mejora. Bellingham es un alma en pena, Mbappé busca y lucha, pero no atina los remates. Queda Vinicius, pero no da para tanto.