OPINIÓN

Esperando el “sí, quiero” de Mbappé

Kylian ha mantenido un pulso admirable y firme ante Al Khelaïfi, pero para venir al Madrid hay que dar también ese grito simbólico que escenifique su verdadero deseo de llegar al Bernabéu.

Kylian Mbappé.
GABRIEL BOUYS | AFP
Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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Se acerca la hora de la verdad y el momento en el que los hombres deben dar un paso adelante y dejarse de cartas marcadas y de trucos de magia estratégicos. Mbappé ha mantenido un pulso admirable y firme ante Al Khelaïfi que pocos imaginaban que pudiera solventar como ha hecho hasta ahora, pero para venir al Madrid hay que dar también ese grito simbólico que escenifique su verdadero deseo de llegar al Bernabéu como en su día hicieron otros Galácticos como Zidane, Ronaldo, Beckham, Cristiano o Modric. Todos ellos no dudaron en mostrar sin titubeos un deseo público de fichar por el Madrid asumiendo que era un camino sin retorno ante las que eran sus aficiones.

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Una cosa es deslizar a través de tu entorno tu afán por verte de blanco algún día de tu vida profesional y otra cantarlo con orgullo a los cuatro vientos para que nadie dude de que tu órdago es a la grande y no a la chica. Venga este verano (una opción que todavía está en el aire) o en el de 2024 (eso está asegurado y no corre peligro), la afición madridista está necesitada de una declaración del francés en la que afirme con orgullo que cuenta los días para verse jugando de blanco en el nuevo Bernabéu junto a Vinicius, Rodrygo, Kroos o Bellingham.

La frialdad estratégica de Mbappé está siendo muy efectiva ante el PSG y Al Khelaïfi, pero de cara al Madrid el personal exige un guiño sincero y que llegue a la piel de la afición. Además, estoy hasta el gorro este verano de la preguntita de marras: “Roncero, ¿qué va a pasar con Mbappé?”. A mí qué me cuenta, pregúnteselo a él... Es el problema de Kylian, que ha dado tantos gatillazos ante la novia en el altar que ya nadie se fía de sus fallidos “sí, quiero”.

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