Esperando el Clásico en Trafalgar
Deleitémonos con este equipo levantado por Flick, una obra concluida antes incluso del tiempo previsto.

Puede que llegue un día, allá por el año 3527, pongamos por caso, que desde una nave en llamas mas allá de en Orión nos lleguen señales acústicas en código morse anunciando que los goles del Barça ya no son obra de Negreira, y que los taconazos de Olmo y los dobletes de Ferrán, pongamos por caso, no han sido negociados previamente con el estamento arbitral. Puede que para entonces incluso esté ya terminada la reforma del Camp Nou. Hasta que llegue ese día, deleitémonos con este equipo levantado por Flick, una obra concluida antes incluso del tiempo previsto. Toda una novedad en nuestro país.
Para bien o para mal caminamos hacia una Liga escocesa a la española, con dos portaviones que anuncian una lucha sin cuartel entre ambos y con el resto de escuadras haciendo la escolta como si fuesen fragatas. Puede que cuando lleguen a verse las caras sea como una batalla naval decisiva, un Trafalgar o un Lepanto del que saldrá un nuevo orden en nuestro fútbol.
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Si en vez del inepto Pierre Villeneuve hubiese estado Flick al mando de nuestra flota frente a Nelson, quizás hubiese cambiado la historia. Al menos todos hubiesen salido con un orden claro de combate, no cada uno buscando refugio camino del canal de La Mancha como pudiese. El alemán es muy preciso en eso, como cuando toca zafarrancho. El que no esté a tiempo no sale a luchar. Estoy ya deseando que llegue el Clásico.
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