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Espanyol, el último superviviente

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Dispuesto a soñar en su presentación (“podemos conseguir cosas que ni imaginamos”), “jodido pero contento” (sic) al cierre de un errático mercado y animado después por la Cuestión de Fe de Enric González, llevaba días Diego Martínez añadiendo un epígrafe a su catálogo de claims como entrenador del Espanyol. “Activamos el modo supervivencia”, dijo la semana pasada. Y repitió ésta. Con el agua del descenso al cuello, resultados que no acaban de acompañar y una plantilla descompensada, en el Metropolitano su equipo no activó, sino que directamente sublimó, ese modo, convirtiendo al Espanyol en el último superviviente.

Porque el plan A, el de desgastar a un Atlético malherido ante el runrún de su molesta afición, naufragó demasiado temprano. En el 28′, con esa roja fruto de la lentitud de Cabrera, la picardía de Morata y el caserismo arbitral. Pero, lejos de hundirse, los pericos emergieron como nunca. Con uno menos en el campo pero uno (o seis) más en defensa. Con Lecomte parando ante su ex equipo lo que no le dejaron detener el curso pasado ni había sabido en éste. Con Joselu amortiguando como un 4x4 el balón y Darder, capitán, goleando como un karateca. Contra Joao Félix, el único rojiblanco furibundo como los pericos. Con la lesión fortuita de Calero para añadir aún más épica. En fin, con un partido que reconocilia con esa fe, con esas “cosas que ni imaginamos”. Con la épica del último superviviente.