España recupera la Davis
Munar, Carreño, Granollers, Martínez, Carballés, Landaluce... Quiero incidir en estos nombres propios, porque su lectura define la dimensión de la actuación española en la Copa Davis 2025. Sin Alcaraz y sin Davidovich, pero con la fuerza del grupo.


La Italia sin Sinner contra la España sin Alcaraz también era la Italia sin Musetti contra la España sin Davidovich. Los dos finalistas de la Copa Davis 2025 litigaron por la Ensaladera sin sus números uno y dos. Fueron dos grandes ejemplos de la fuerza del grupo. Y de ese espíritu distintivo que hace tan diferente a la Davis del resto de competiciones de tenis, incluso con este formato híbrido en el que se ha convertido actualmente.
Sin sus líderes en la cancha, el equipo italiano demostró tener algo más de fondo de armario que el español. Berrettini tumbó a Carreño y Cobolli batió a Munar, si bien el balear tuvo en su mano liderar otra gesta tras su 6-1 inicial. No hizo falta la comparecencia del dobles. De hecho, la pareja italiana Bolelli-Vavassori ni siquiera se ha estrenado en esta fase final, en la que los azzurri han solventado los tres cruces por 2-0. Hay que aplaudir a Italia, que con su tercer título consecutivo está marcando una era en la Davis. Con el público a favor, de acuerdo, pero también con una generación de calidad y con la garra que demanda este torneo.
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Y hay que aplaudir también a España, por supuesto, que ha devuelto una ilusión por la Ensaladera que se había apagado en los últimos tiempos. Lo ha hecho sin Carlos Alcaraz y sin Alejandro Davidovich en ninguna de las cinco eliminatorias que ha disputado este año. Porque quizá muchos no recuerden que el camino comenzó en febrero en Suiza, con Roberto Carballés, Martín Landaluce, Pedro Martínez y Jaume Munar. Estos dos últimos han sido fijos en el resto de emparejamientos, reforzados por Pablo Carreño a partir de la épica remontada del pasado septiembre ante Dinamarca en Marbella, y por Marcel Granollers en esta fase final de Bolonia. Siempre a las órdenes del capitán, David Ferrer. Quiero incidir en estos nombres propios, porque su lectura define la dimensión de la actuación española. No han podido rematar el último milagro, pero regresan con la cabeza alta y con la orgullosa convicción de que España ha recuperado el alma de la Davis.
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