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España nos aburrió porque se aburrió

Partido prescindible. Chipre es un equipo demasiado flojo que nos recibió con cero puntos en la tabla y así ha terminado esta fase de grupos, porque el de ayer fue su último partido. Nos esperó, como era previsible, muy atrás, con cinco defensas, cuatro medios protegiéndoles y arriba el número 9, el abnegado Pittas, en la posición teórica de llanero solitario. Pronto llegó el primer gol, una jugada que arrancó muy bien, circuló por la izquierda y terminó en la derecha, donde Lamine resolvió con sendos regates espléndidos al portero y a un central, a los que hizo pasar de largo para finalmente rematar por el primer palo. El cerrojo había saltado pronto.

Chipre intentaba salir jugando, no con balonazos hacia Pittas, pero eran malísimos. Joselu les quitaba el balón como se lo quitaría a un chiquillo. España no tardó en hacer dos goles más, uno de Oyarzábal y otro de Joselu, y el primero tuvo otro muy claro a pase del segundo, pero se lo negó el meta chipriota y encima salió de la jugada con un tirón por el que tuvo que retirarse. Lástima, ahora que ya estaba en espléndida forma tras su lesión. El primer tiempo fue hasta cierta parte movido. El segundo, cayó en desinterés. España se relajó, no se sintió golosa ante la posibilidad de una goleada fácil. Se quedó en tres y hasta encajó uno.

No es de extrañar. Contra lo que dijo en la víspera, De la Fuente no sacó el mejor equipo posible. Hizo concesiones a descansos y apariciones. No jugó Rodrigo, el mejor jugador de España, que ni se vistió. Tampoco jugaron Unai ni Morata. Él mismo restó importancia al partido con esa decisión, así que no es extraño que con el 0-3 el equipo tendiera a sestear. Se aburrió y nos aburrió a los que lo contemplábamos en televisión. Me quedé pensando que partidos como este sobran. Con una Europa estratificada en categorías, el calendario sería menos agobiante, equipos como Chipre jugarían para ascender de categoría y no habría encuentros tan inútiles.