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España-Escocia, con un recuerdo que duele

Sevilla recibe a la Selección en La Cartuja, convertida durante ‘el rubialato’, periodo corto pero intenso, en algo así como el campo oficial de la Federación. A este partido llega España escaldada y prevenida después de aquella derrota en Escocia, que llegó en días en los que De la Fuente se enfrascó en ensayos sin ton ni son y de repente la probeta le estalló en la cara como a un amigo mío del bachillerato, que jugando con el Cheminova casi incendia la casa. Luego enmendó aquel yerro con un equipo estable que logró dos goleadas reparadoras. Eran rivales menores, pero es difícil golear en el fútbol de hoy en día, en el que el más tonto hace relojes.

Escocia llega casi clasificada, con 15 puntos en cinco partidos, pleno. Nos ganó a nosotros en Glasgow y también a Noruega en Oslo, con lo que están a una victoria de clasificarse, o bien a un tropiezo de los noruegos. Así es normal que más de tres mil se hayan desparramado por Sevilla, ‘acangrejándose’ por el sol y trasegando Cruzcampo. Han tomado con humor aquello de ‘basura’ que dijo Rodri. Lo llevan hasta en las camisetas: “Yo soy basura”. Aquello fue un exceso de nuestro gran centrocampista, un signo más de que en torno a Guardiola suele crecer un ‘estupendismo’ que tiende a despreciar todo modelo de fútbol que no sea el suyo.

Pasada aquella derrota, pasados los sofocos de la salida de Rubiales, De la Fuente parece haber recuperado la calma. Por lo que se vio ante Georgia y Chipre, ya tiene una idea cuajada de equipo, que hoy pondrá a prueba ante la seguro que poblada defensa escocesa. Costará abrirla y quizá más aún frenar las apariciones súbitas en el área propia de McTominay, un llegador con gran facilidad para el gol. Por nuestro lado, es muy de celebrar la espléndida madurez de Morata, cuajado por fin en el jugadorazo que siempre se presintió pero no se terminaba de ver. Y queda la curiosidad de ver si hay un ratito para Bryan Zaragoza, el nuevo brujo del regate.