Ese terrible cañonazo de Fede Valverde
Llovía, llovía a modo y falta que hace porque en los pantanos tenemos un déficit de agua que empezaba a angustiar. Llovía y salió Casillas a cuerpo serrano, para entregarle a Courtois el Trofeo Yashin, una bonita forma de ofrecerlo al Bernabéu. Lástima que cuando jugó Casillas no existiera aún este trofeo que viene a compensar a los porteros de la dificultad para verse arriba en la votación del Balón de Oro, algo de lo que se ha lamentado amargamente Courtois estos días. Luego fueron Zidane y Modric, este como capitán lugarteniente, quienes le dieron el Balón de Oro a Benzema. Prólogo feliz mientras las escorrentías buscaban los pantanos.
El Madrid vive un tiempo feliz y hace granero para llegar muy cómodo al parón del Mundial. Faltaba precisamente Benzema, cuyo puesto ocupó Rodrygo. Los demás eran los titulares. Ancelotti no quiere regalar nada y se le vieron gestos de incomodidad por algunos descuidos al principio del juego. Una brujería de Vinicius con pase a Modric abrió el marcador pero eso no trajo la tranquilidad al técnico, que la víspera había dicho: “A veces este equipo se mira en el espejo”. Y es que, en efecto, se puso a sestear, a jugar sin ambición, a mirarse en el espejo. Con eso metió al Sevilla en el partido y la consecuencia fue el gol del empate en el 54′.
Es sorprendente, y magnífico, cómo conoce Ancelotti a sus jugadores. Y cómo sabe aplicar los cambios para reactivar. Primero Camavinga, luego Rüdiger, Lucas Vázquez y Asensio. Con ellos encontró la reacción en forma de dos contraataques de factura colectiva resueltos el primero por Lucas Vázquez a puerta vacía por cesión generosa de Vinicius y el otro en un cañonazo tremendo de Valverde, que por fin se ha soltado a disparar desde fuera con esa potencia suya, que abruma a los porteros. El Papu se tomó la revancha pocos minutos después con un rodillazo infame en el muslo que le dejó lisiado. No entiendo que no se expulse por cosas así.