Es difícil ser madridista
Los que no son madridistas suelen decir que es fácil ser madridista. Porque el Madrid gana siempre y porque tiene a los mejores jugadores. Pues no, afirmo todo lo contrario: Es difícil ser madridista. Porque un madridista nunca puede (ni quiere) recurrir a las excusas para aceptar su derrota y encontrar un poco de alivio. Porque un madridista está siempre sólo ante la realidad. Aunque sea cruel. Aunque sea triste. Un culé, por hablar primero del rival de hoy en el Santiago Bernabéu, es pesimista por naturaleza y tiene el útil recurso de designar al Madrid como responsable de todos sus males, de referirse a la tan famosa como irreal mano blanca. Un atlético, por hablar del vecino más cercano, se cría con el dogma del sufridor y, al final, le resulta simple aceptar los fracasos y las desilusiones. Y si ocurre en un derbi, siempre podrá emitir un comunicado acusando a los árbitros de favorecer a los merengues.
El seguidor del Athletic Club, por hablar del tercer equipo más importante de la historia del fútbol español, puede consolarse recordando su filosofía de jugar sólo con vascos y descendientes de vascos y asumir con orgullo las limitaciones deportivas. El aficionado ché, por hablar de un ex grande, siempre puede decir que es por culpa de Peter Lim. El madridista tiene que convivir con los celos cuando gana y con las risas cuando pierde.