Opinión

El Zaragoza se desinfla

Ya son seis jornadas sin ganar y esta vez con muy pocos méritos y una reacción muy tardía.

El Zaragoza se desinfla
Real zaragoza
Pedro Luis Ferrer
Delegado en Aragón de Diario AS desde 2004. Licenciado en Ciencias de la Información-Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.
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Puede que el 5-2-2-1, el sistema al que ha recurrido de urgencia Víctor Fernández para intentar reinventar a su equipo, haya llegado para quedarse, pero en Ipurúa, donde el Éibar no concede nada o casi nada, el nuevo traje no sirvió para disimular o camuflar los enormes problemas de solidez y consistencia de un Real Zaragoza que parece desinflarse a marchas forzadas. Ya son seis jornadas sin ganar y esta vez con muy pocos méritos y una reacción muy tardía, apenas de los diez últimos minutos y el descuento. Debilidad defensiva y escasa producción ofensiva. Una mezcla decepcionante y peligrosa.

El Zaragoza entró bien al partido y hasta pudo adelantarse en una contra en la que Azón, con todo a su favor, se acabó tropezando con la pelota, pero fue el Éibar el que abrió el marcador a los veinte minutos al resolver Puertas una jugada cocinada entre Corpas y Jorge Pascual, aprovechándose de la debilidad en las marcas de Calero, Clemente y Lluís López. Así que otra vez tuvo el equipo aragonés que levantar la losa de un gol en contra. Un ejercicio complicadísimo siempre en Ipurúa.

El Zaragoza, pese a sus dificultades para iniciar el juego, no le volvió la cara al duelo, pero le faltaron toneladas de creatividad en el último tercio del campo y sólo fue capaz de amenazar con un disparo de Aketxe desde fuera del área y un cabezazo forzado de Luna en un córner que botó encima del larguero. Nada más en toda la primera parte.

Y todavía se puso peor la cosa, porque un error clamoroso de Jair al poco de comenzar la segunda parte le abrió la puerta al segundo gol del Éibar. Y ahí ya parecieron acabarse el Zaragoza y el partido.

A la desesperada, Víctor Fernández agitó a su equipo y lo cambió todo. Metió al campo a Toni Moya, Liso, Pau Sans, Soberón y Marí y volvió a una defensa de cuatro, pero la reacción del Zaragoza, animada por el gol de Liso, se quedó corta. Y el equipo aragonés alarga su deriva de resultados: dos derrotas y cuatro empates en las últimas seis jornadas.

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La camiseta verde, ahora con estampaciones en azul, amarillo y blanco, e inspirada en las cúpulas de la Basílica del Pilar, recuperada sorprendentemente por el Zaragoza en Ipurúa siete décadas después, fue la indumentaria de respeto con la que los ‘alifantes’ ascendieron a Primera División en 1936. Se utilizó hasta 1948 para los partidos de Torrero, porque entonces era el equipo local el que cambiaba en caso de coincidencia, hasta que fue sustituida por el azul oscuro y más tarde por el rojo y las rayas gualdinegras. Desconozco si esta cuarta equipación también ha llegado para quedarse, pero desde luego este Zaragoza no está para aspirar de verde al ascenso como en 1936.

El partido del martes contra el Oviedo en La Romareda es toda una final en diciembre.

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