El VAR visto como elemento de escarnio
Acosados por el infamante caso Negreira, que les ha puesto en cuestión, mal dirigidos por un CTA sin prestigio ni criterio, confundidos por el bombardeo de cambios de reglas, nuestros árbitros van a la deriva. El remate es el pésimo uso que hacen del VAR, esa idea para introducir justicia en el futbol a través de la tecnología que está provocando un efecto opuesto, el de agravar la injusticia con el escarnio. Antes de esto había uno que se equivocaba, el árbitro que se exponía en campo abierto. Ahora hay otro u otros que deciden desde Las Rozas, donde revisan las jugadas en una sala brumosa, a juicio de muchos con propósitos aviesos.
Esta jornada hemos llegado más lejos que nunca. Sin ningún grande por medio, gracias a Dios, porque si una de estas cosas pasa en un Clásico estaríamos todos en comisaría. Al Mallorca le expulsaron a Mascarell porque recibió un pisotón de Roca que Ortiz Arias vio al revés y le enseñó una segunda tarjeta amarilla. ¿Y el VAR? Pues es que el protocolo del VAR no contempla ese supuesto, sólo el de roja directa, así que no cabía comprobación. Un absurdo que vaya usted a explicarlo a Mallorca. Claro, que la revisión del VAR no garantiza nada. Lo vimos en el Valencia-Granada, donde los disparates de García Verdura no los resolvió Del Cerro en el VAR.
Primero fue la mano de Torrente en la cara de Hugo Duro y luego, una patada de Gabriel Paulista a Lucas Boyé que sólo verla daba calambre. Aquí sí cabía el VAR, pero Del Cerro se abstuvo, dando por bueno el penalti en lo primero y la no expulsión en lo segundo. Peor fue lo de Vigo; Hernández Hernández pitó penalti por agarrón prolongado de Navas a Douvikas, que acudía al remate, Prieto Iglesias le aconsejó revisarlo en pantalla y él, increíblemente, se desdijo. Un horror con agravante de último minuto, puntos en juego y pésimos precedentes en el caso del Celta. El arbitraje en la miseria, el VAR como escarnio y Vigo indignada.
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