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Benzema fichó por el Real Madrid el mismo verano que Cristiano, aunque con bastante menos glamur. A uno lo recibieron 75.000 aficionados y a otro unos 15.000. Uno costó 96 millones de euros y el otro 35. El portugués llegaba del Manchester United y el francés del Lyon.

A Karim le ha costado que le reconozcan lo suyo. Fue el menos galáctico de los galácticos y sufrió las constantes comparaciones con Cristiano y Messi. Además, ha sido capaz de sobrevivir al nacimiento de dos estrellas como Haaland o Mbappé. Y lo más sorprendente, perdura en un Real Madrid que no tiene paciencia, que te devora y donde la rotación es endémica.

Desde su llegada, ha sido cuestionado e infravalorado y eso ha hecho que Florentino se esfuerce cada verano en traer al club al mejor jugador del momento. Primero fueron Kaká y Cristiano, luego Gareth Bale y James Rodríguez, el último Eden Hazard y porque no pudo con Mbappé. De todos ellos solo queda el belga. Kaká y Bale lucharon contra sus recurrentes lesiones, Hazard todavía no se ha recuperado de sus interminables molestias y Cristiano se fue en 2018 siendo el máximo goleador de la historia del Real Madrid.

Sin saberlo Karim, la salida de Cristiano del Madrid le ha puesto en bandeja el tan ansiado desde pequeño Balón de Oro. Pasó de ser el mejor sin que nadie se diera cuenta a exhibir su extraordinario talento y a marcar goles. Empezó a creer. Si lo analizamos, el crecimiento de Benzema ha coincidido con la debacle de Cristiano. Por una parte, un Karim paciente, generoso en el campo le ha valido para ahora con casi 35 años ser la mejor versión de sí mismo. Por la otra, un Cristiano a merced de su personaje, quiere agotar hasta la última gota de glamur y su último highlight buscando sin saberlo pasar de ser uno de los mejores jugadores de la historia, al espectador más famoso del banquillo.

No me gustaría que el triunfo de Benzema pareciera el resultado de la ausencia de los otros dos porque sería injusto ignorar el contexto de su éxito. Karim, silenciosamente, lo ha conseguido, como será su retiro cuando escuche el tictac del reloj que suena implacablemente para todos.