El ‘show’ no mejora el arbitraje
Show, morbo, transparencia, calidad. Son cuatro palabras que parece que no tienen relación, pero casan muy bien cuando hablamos de lo que parece el nuevo maná que vendrá para salvar el arbitraje. Sí, me estoy refiriendo a los audios de los árbitros.
Hablemos de lo primero, el show. Es una forma sencilla de llenar programas de radio, páginas de periódicos y programas de televisión. Es decir, es bueno para LaLiga.
Sobre el morbo, creo que con la frase “Todo OK, José Luis” queda claro cómo se tergiversó un acierto que luego fue usado para memes. En esta sociedad del fútbol, sacamos cualquier cosa de contexto y la ridiculizamos. Algunos relacionaron está frase con un complot contra su equipo.
Luego está la transparencia. Esta sí que es buena. El CTA pone a disposición de cualquier club los audios completos y el visionado de las imágenes. Ya les gustaría a muchos presos y a sus abogados tener los audios y las imágenes de un interrogatorio. Nos quieren engañar equiparando que sean públicos con ser transparentes.
Y ahora vamos al último punto y el más importante, el de la calidad. Es curioso que todo el mundo se queja de la calidad arbitral, pero nadie da ideas para mejorar el nivel.
Estamos hablando de audios, como si esto trajese más unificación de criterios y mejores decisiones en manos, penaltis o tarjetas rojas. Es decir, en lo que verdaderamente importa nadie da ni ideas ni soluciones, y esto realmente es lo que tendría que inquietar al espectador y al profesional.
Ya que siempre comparamos nuestro arbitraje con el inglés, desde principios de esta temporada los audios de ciertas jugadas se hacen públicos durante la semana. Y el fiel seguidor de la Premier podrá corroborar que estamos ante una de las peores temporadas arbitralmente hablando.
El arbitraje, desde mi punto de vista, tiene que ser transparente sin caer en el show mediático, que sirve para otros intereses, y eso es totalmente entendible. Pero ese show a los colegiados no les aportará nada en cuanto mejora de calidad y les traerá muchísima más exposición pública. Pasará como con el VAR, cuyo espíritu era corregir el error obvio y manifiesto, pero aquello se empezó a romper por las presiones mediáticas y las ajenas al arbitraje. Eso hizo que cada vez se entrase en más jugadas y ese principio quedara roto para siempre.
Es el momento de tener un líder que no se deje llevar por esos cantos de sirena, que trabaje por un arbitraje independiente y deje el ‘show must go on’ para otros estamentos que lo necesitan. El show, para los colegiados, solo significará una exposición mayor.
El principal problema del arbitraje, que no viene de ahora, sino que estuvo ahí siempre, como un mal endémico, se resume en la desconfianza hacia la figura arbitral. Primero fue hacia las personas y se introdujeron las recusaciones. Después, hacia los nombramientos y se acudió al sistema informático. Hace cinco años, esa desconfianza llevó el VAR. Ahora, la solución está en saber qué hablan los árbitros con la sala de videoarbitraje. Y lo peor de todo es que no vienen buenos tiempos para los árbitros. Sus dirigentes (Colina, Elleray...), con tal de seguir en el machito, van a ceder a todo lo que el entorno y el populismo les pidan, pensando en ellos y no en el colectivo al que representan.
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