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El gol prometido. Cuando contrató el Madrid a Kylian Mbappé, tras siete años en la lista de espera, el personal se ilusionó con esos vídeos del parisino, más con Francia que con el PSG, en los que se veían goles volcánicos, con una zancada prodigiosa y unas definiciones espectaculares. Un jugador de dibujos animados, un delantero diferencial, un futbolista por el que la gente se gasta una morterada en comprar su camiseta y en pagar una entrada para ir a verle en el Bernabéu. Llevábamos cinco semanas viendo un estadio entregado a su nuevo ídolo, pero faltaba un gol ‘made in Kylian’, un gol de verdadero crack. Había metido hasta este Madrid-Alavés media docena de goles, pero ninguno para presumir especialmente. Pues por fin llegó el momento, la Tierra Prometida del ‘9′ de Bondy. Con un taconazo excelso a Bellingham, que el inglés prolongó con un pase al hueco perfecto, Mbappé entró en el área como un búfalo y dibujó un recorte explosivo a Diarra en plena carrera para acabar definiendo de lujo con la derecha. El Bernabéu se puso en pie y coreó su nombre. Insisto, para eso habían pagado una pasta desafiando al día laborable, a la hora y a un rival que no era de campanillas. Pero esta temporada sabes, como sucedió cuando el Madrid fichó a los Galácticos (Figo, Zidane, Ronaldo, Beckham...) o más tarde a Cristiano, que en el santuario de La Castellana van a pasar cosas que te harán amar todavía más este bendito deporte. Mbappé, este gol de futuro Balón de Oro (lo serás en la edición de 2025) será el primero de muchos...

Capitán Lucas. El gallego es un multiusos impagable. Sus 250 partidos en Liga los adornó con el brazalete de capitán (por la ausencia de Carvajal y la suplencia de Modric) y con un gol supersónico. A los 55 segundos abrió la lata con un gol de nueve puro, entrando en segunda línea para completar una incursión prodigiosa de Vinicius. Metió un gol llegando de segunda línea de los que el curso pasado nos tenía acostumbrados Bellingham. Es lo bueno de Cafucas. Vale para todo y con nota alta.

El Glorioso. Mucho mérito el del Alavés de Luis García por no perder la cara al toro y por provocar un giro inesperado del guion en la recta final del partido. Cuando Rodrygo, enorme en los últimos encuentros, puso su exquisita firma en el 3-0, todos imaginamos que el asunto estaba finiquitado y a pensar en el derbi del Metropolitano. Un error de todos, en el que me incluyo porque yo también me relajé. La clave fue cuando Fede Valverde se fue al banquillo. El uruguayo no rota nunca por eso. Sin él, es como quitar el tapón de la bañera. Los vitorianos aprovecharon esa autopista abierta al tráfico tras la marcha del charrúa y terminaron metiendo dos goles y provocando un susto final que puso al Bernabéu al borde de un ataque de nervios.

Ancelotti 300. La recta final deslució el partido número 300 de Carletto como entrenador blanco. Un triunfo más en un palmarés espectacular con 14 títulos y un prestigio, personal y profesional, que lo sitúa en lo más alto del santoral de los técnicos de la historia del club. El italiano es el mascarón de proa de un proyecto que ya acumula un año entero y 39 partidos sin perder en Liga. Brutal.

A por el derbi. Para que la felicidad estadística tenga prolongación es necesario salir indemne del derbi del Metropolitano, el último escenario en el que los blancos perdieron un partido. Seguro que Mbappé tiene mucho que decir en su primer derbi. Me lo transmiten vikingos irreductibles como Neme Martín (salmantino de pura cepa afincado en Pamplona), los amigos de la peña de Cambrils (Tarragona) y la de Matarraña (Teruel). Ojalá el domingo cantéis victoria.

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