El repentino ‘quejío’ de ‘Luis de la Gente’
La Selección devuelve el primer plano a los clubes hasta su reaparición, prevista para dentro de un mes, dejando una impresión inmejorable. Con muchas bajas respecto al equipo campeón en Berlín más otras sobrevenidas desde la primera citación de la nueva lista, ha ganado con solvencia los dos partidos. El último, sin jugadores ni del Madrid ni del Barça ni del Atlético, lo que provocaba una mirada escéptica hacia la calidad de los escogidos, producto del mal hábito que tenemos, me incluyo, de medir el fútbol español por el termómetro de esos clubes, con la consecuencia de hacer de menos lo que de ellos no viene.
El único chirrido de esta ventana ha sido el quejío final de De la Fuente, que parecía llevar dardo escondido contra Luis Enrique, cuyo serial en Movistar anunció que no piensa ver y le alabo la decisión, y quizá contra la prensa, quizá porque percibió reservas del tipo que cierra el primer párrafo. Pero chocó su tono, entre revanchista y lastimero. Desde luego que merece mejor sueldo, pero el vacío en la presidencia de la Federación, víctima de la siniestra torpeza al respecto de los sucesivos presidentes del CSD, que parecen contagiarse por alguna bacteria flotante en el despacho, es lo que frena el asunto.
El reconocimiento de su trabajo es prácticamente unánime, y no sólo por los títulos, también por el juego. España viene empleando la mitad o menos pases para tirar a puerta que con Luis Enrique, cosa que se ha señalado y agradecido estos días. ¿Por qué el enfado? Quizá el puesto de seleccionador sea en sí tan incómodo que el titular difícilmente perciba cariño del exterior, ni siquiera cuando ha llegado a gozar del apodo de Luis de la Gente. Quizá de esta Federación desarbolada le falte, aparte de la actualización de su sueldo, un escudo contra la presión de los clubes. O quizá haya algo que no sabemos.