El Real Madrid, el bloque bajo y otras milongas
Esa capacidad que tienen los entrenadores para manejar los egos y evitar los conflictos es mucho más importante que divagar sobre la presión alta o el dibujo táctico.
Me sorprende que los entrenadores tipo Ancelotti o Del Bosque se ofendan cuando se les destaca por su capacidad para dominar con maestría y mano izquierda un vestuario como el del Real Madrid. Carlo se sintió minimizado por eso, y así lo dejó caer en su última entrevista en este periódico. Recuerdo que a don Vicente le echaron en cara eso del librillo precisamente para minusvalorarle. Y yo creo que debería ser justamente al revés. Que esa capacidad que tienen los entrenadores de este corte para manejar los egos y evitar los conflictos es mucho más importante que divagar sobre la presión alta, el bloque bajo o el dibujo táctico. Esto lo puede hacer cualquier técnico de la cantera, pero convencer a Vinicius para que corra a defender o a Valverde para que juegue de lateral ya es harina de otro costal.
El vestuario blanco es distinto a cualquier otro. Y lo es porque de los ocho mil millones de habitantes que hay en el mundo sólo 23 entran ahí. Algo tienen sus jugadores que les hace distintos al resto de los mortales. Y dirigir ese grupo requiere unas capacidades también extraordinarias. Y además, con un añadido: el técnico del Real Madrid es el único jefe del mundo que tiene que mandar a gente que gana más dinero que él. Cuando un entrenador lidera se nota en detalles pequeños, pero importantes. Se aprecia en si los jugadores quitan la música cuando él entra a su vestuario, también cuando dejan de contarle las galletas que se desayuna en las concentraciones y se nota cuando es el capitán, y no otro, el que toca la puerta de su despacho para negociar un día libre extra por una victoria sufrida.
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En el Real Madrid no se puede mandar por galones, tiene que ser por convencimiento. Se trata de que los jugadores hagan lo que tienen que hacer casi sin que se den cuenta. Ancelotti lo hizo con Modric, a quien convenció para ser útil sin jugarlo todo, como Luka quería. También lo consiguió Del Bosque, que fue capaz de hacer que Figo, ¡un Balón de Oro!, se esmerase en la presión. Ambos tuvieron que hacer concesiones, pero no fue con las cosas importantes. Por eso consiguieron sacar el máximo provecho a sus plantillas y fueron campeones en serie. Un dato para rubricar este relato: El Madrid lleva casi ocho años, que se dice pronto, sin marcar un gol de falta directa en el Bernabéu. Pero en este mismo espacio de tiempo ha conquistado cuatro copas de Europa.
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