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El polvorín del atletismo

La lista de convocados para los Juegos Olímpicos de París 2024 ha vuelto a provocar un polvorín en el atletismo español. Nada nuevo, por cierto. No hay otros deportistas en el país, en ninguna disciplina, que cuestionen tanto las convocatorias de su Federación. En el fondo tampoco son tantos, y a veces suelen coincidir los mismos, pero hacen mucho ruido en redes sociales, con el altavoz de otros opinadores. Están todos en su derecho, por supuesto. Sobre todo, aquellos atletas que se sienten agraviados por las decisiones de José Peiró, como es el caso de Pol Retamal y Víctor Ruiz. Pero a veces también se echa en falta algo más de respeto, como sí ocurre en otros deportes, para aquellos compañeros elegidos que representarán a la Selección porque sí han cumplido los criterios técnicos, los objetivos y los subjetivos, para acudir al campeonato de turno, en este caso los Juegos.

Por primera vez, la RFEA ha replicado con un largo comunicado en el que desmonta los argumentos discrepantes. Básicamente recuerda que las mínimas de World Athletics no suponen la clasificación automática, “son un requisito indispensable, pero no suficiente”, porque se complementan con los propios criterios federativos, como sucede en otros muchos países, y que están publicados desde el 25 de octubre, por lo que son sobradamente conocidos. Fuera de este filtro objetivo, el seleccionador puede abrir la mano por razones técnicas, como ha ocurrido con Jorge Ureña, 19º del ranking mundial, bastante por encima del resto de reivindicadores en el escalafón. La política actual es la búsqueda de la excelencia, lo que en la nota se describe como “maximizar el rendimiento deportivo” e “incrementar las posibilidades de éxito”. Los resultados globales de los últimos campeonatos les está dando la razón, sin que suponga una merma en la participación. Al contrario, a París 2024 viajarán más que a Tokio 2020. Pero, a diferencia del pasado, la clasificación ya no es el premio en sí mismo, sino el billete para competir.

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