El pichichi Pogacar

El Giro de Lombardía puso el sábado el cierre a las principales carreras con un campeón a la altura de la brillante temporada que baja el telón: Tadej Pogacar, ganador del Monumento de otoño por tercera edición consecutiva. Una muesca más en su palmarés de clasicómano, que este año también exhibe el Tour de Flandes, la Amstel Gold Race y la Flecha Valona. El esloveno se confirma como el ciclista total, capaz de conquistar dos veces el Tour de Francia o de dominar clásicas de todos los colores en todas las estaciones. El presente 2023 va a terminar con 17 victorias, el pichichi del pelotón en dura competencia con otros campeonísimos: Jonas Vingegaard y Primoz Roglic han sumado 15, entre ellas el Tour y el Giro, respectivamente, y Remco Evenepoel acabará con 14, con la Lieja-Bastoña-Lieja y el oro mundial en contrarreloj como piezas estelares. Ha sido una campaña espléndida, en la que Mathieu van der Poel también se unió a la fiesta con menos cantidad, seis, pero rebosante calidad: la Milán-San Remo, la París-Roubaix y el Mundial, un tríptico inédito.

Volviendo a Pogacar, su caso es curioso, porque también es el protagonista de una de las grandes derrotas de la temporada, tras sucumbir por segundo año consecutivo en el Tour ante Vingegaard. Esta vez, además, el danés no se ha limitado a sobresalir en la ronda francesa, sino que ha brillado durante todo el curso y hasta ha doblado participación de una grande. Pogi finaliza como una de las figuras del año por palmarés y por actitud en las carreras. El esloveno encandila al público. Es puro espectáculo. Su victoria en Lombardía, con un ataque a 30 kilómetros y un final acalambrado, es una imagen que le define. Se hace querer. Y, sin embargo, también trasmite la sensación de que le ha faltado algo. Ya van dos años sin una grande.

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