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El perdón a Antony desnuda a la Federación

Alberola Rojas razonó así la expulsión de Antony en su partido del domingo pasado ante el Getafe: “Por entrar por detrás a un adversario sin posibilidad de disputar el balón, utilizando fuerza excesiva”. Vi la jugada y la descripción me parece impecable. Antony se lanza con toda su fuerza, el balón está fuera de su alcance, y, aunque es cierto que al final trata de contenerse, se ha proyectado con tal velocidad que termina por impactar en Juan Iglesias. Alberola le expulsa, Martínez Munuera, desde el VAR, no emite opinión contraria y el propio jugador da la sensación de asumir la roja como fruto de un error propio.

Pero he aquí que el Comité decide, para sorpresa del propio Betis, exonerar al jugador y deshacer el castigo presumiendo la intención del jugador de no hacer daño. Que posiblemente existiera, pero no es eso lo que debe juzgar el árbitro, sino la fuerza excesiva y la proximidad del balón. Alguien que va a 70 por una calle con un límite de 40 y frena ante el atropello inminente no pretende atropellar, pero ha incurrido en imprudencia temeraria. El jugador que se lanza a ras de suelo con toda su fuerza pierde el control, de modo que si no acierta con el balón, no digamos ya si ni lo tiene al alcance, comete infracción grave.

La exoneración de Antony es absurda y dañina. No sólo sirve para irritar al Madrid y alimentar su manía persecutoria y de paso a Alberola y todo el gremio arbitral; también pone en solfa el filtro del VAR, introducido con la intención de que alguien capacitado, en frío y con repeticiones, pueda corregir eventuales errores. ¿Todo eso por qué? ¿Es que se trata justamente de molestar al Madrid, contra el que Antony celebrará su primer día de no-sanción, mañana mismo? Me temo que Rafael Louzán tiene ahí dentro mucho cebollino y cebollina que sustituir. A no ser que él mismo sea igual de cebollino, que no digo yo que no.