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El penúltimo ‘Upgrade’ de Ancelotti

Experiencia. Muy poquitos han debido ver, y sobre todo vivir, más fútbol que Carlo Ancelotti, ya con 65 años. Estaría bien, cuando terminase su carrera, preguntarle cuántas veces le ha salvado ese punto de cinismo necesario que tan bien es capaz de manejar Carletto para escapar en esta jungla con vestuarios caníbales como los que él ha olisqueado; y jefes, cada uno a su estilo, de tremendas dimensiones. El de esta temporada es otro desafío gigantesco para el italiano. Tal vez, el último upgrade de un maestro que se conduce con sabiduría por todas las callejuelas que abren puertas de plantas nobles y vestuarios. Cierto que este Madrid no es el de los Galácticos. Sus vedettes son Mbappé (25 años), Vinicius (24), Rodrygo (23), Bellingham (21) o Endrick (18), lejos de aquellos Zidane, Ronaldo, Beckham, Figo o Raúl, que ya venían tan de vuelta cuando se reunieron que era difícil incluso capturarlos en una foto, conscientes de que era eso lo que se buscaba; y no lo regalaban. Con carreras a las que aún queda mucho recorrido, el trabajo, a la distancia, parece más sencillo para Ancelotti. Pero tampoco debe ser pan comido. De ahí esos mensajes sin encriptar que ha dejado este verano.

Relaciones. Ha sido el Madrid, sin embargo, y pese a su victoria en el Reale Arena, donde sobrevivió a tres palos de la Real, un equipo muy inconexo en los primeros partidos del curso. Se ve a leguas que hay un intento obvio por generar una coexistencia pacífica entre Vinicius y Mbappé. Si hace falta, se reparten los penaltis. Y si es necesario, el brasileño espera al francés para imitar su celebración en el 0-2. Los dos venían de una semana difícil con sus selecciones. Uno ha dejado de ser intocable por su decisión de dejar Francia; y el otro es víctima de la situación de interinidad de la pentacampeona y cierta nostalgia, artificial o no, de Neymar. Vinicius y Mbappé se desquitaron, pero el Madrid estuvo muy lejos de una versión sólida. Apareció, como en el partido contra el Betis, como un equipo de solistas capaz de dejar detalles mágicos como la elástica de Mbappé, pero frágil atrás. Lo que el año pasado resultó una intervención perfecta de Ancelotti, que le encontró desde el principio un encaje perfecto a Bellingham, y unos ajustes en el sistema que permitieron exprimir lo mejor de Vinicius y Rodrygo, y no añorar a Benzema, son de momento tiros al aire este curso. El Madrid de enero no será este. Pero, por seguridad, Ancelotti quiere escapar cuanto antes de la apariencia de All-Star que le ha dado hasta el momento.

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