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Carlos de las Heras

El Orgullo de la Eurocopa, un gol a la homofobia

Actualizado a

En estos días se está celebrando la Eurocopa de fútbol masculino en Alemania. Miles de aficionados de las selecciones que disputan esta edición acuden a los estadios ataviados con banderas, bufandas y símbolos del orgullo patrio correspondiente… pero hay un Orgullo en Europa que no puede celebrarse de igual manera y con la misma algarabía. En la pasada Eurocopa, celebrada hace tres años, Manuel Neuer, capitán alemán, mostró un brazalete arcoíris en apoyo a las personas LGBTI perseguidas y estigmatizadas en Hungría, durante el partido que su selección jugó contra la húngara. Después de este gesto, se sucedieron muestras de apoyo a la diversidad sexual en diferentes ambientes futboleros. Hace prácticamente dos años, el mismo capitán intentó mostrar un brazalete similar en un partido de su selección en el Mundial de Qatar, país donde las relaciones homosexuales están perseguidas, y la FIFA, organizadora de ese torneo, prohibió esta manifestación, pero desencadenó una gran ola de apoyo a la causa LGBTI que recorrió el mundo del fútbol.

Después de estos hechos, parecía que algo se había movido definitivamente en un espacio habitualmente vetado para el colectivo LGBTI. Sin embargo, la homofobia en el fútbol masculino es una de las asignaturas pendientes en el llamado deporte rey. Manifestar públicamente una sexualidad diferente a la heterosexual es aún un tabú que casi nadie se atreve a voltear. Justin Fashanu fue el primer futbolista en declararse homosexual, en 1990. Acabó suicidándose tras ser acusado injustamente de abusar de un menor. Le siguieron Josh Cavallo en 2021 o, más recientemente, Jakub Jankto. En el partido de la visibilidad el fútbol femenino gana por goleada. Son incontables las jugadoras que han hecho público su lesbianismo. En Hungría, en julio pasado, seguidores de un club de fútbol y activistas de extrema derecha vandalizaron en varias ocasiones un banco con los colores del arcoíris inaugurado para celebrar el Orgullo de Budapest. Los perpetradores dejaron la pintada “Stop LGBTQ” en el lugar, en alusión a la campaña homófoba y tránsfoba del gobierno. La investigación policial relacionada con este caso de odio está todavía pendiente.

En Turquía, una de las selecciones revelación de esta Eurocopa, la población LGBTI ha sido objeto de un discurso discriminatorio y estigmatizante que aumentó aún más durante el periodo anterior a las últimas elecciones de mayo de 2023. Ese mes, el presidente dijo que “las personas LGBT [eran] un veneno inyectado en la institución de la familia”, y que “[era] imposible que aceptaran veneno, sobre todo en un país en el que el 99% de la población era musulmana.” En este contexto, exacerbado además por el incremento del apoyo popular que han recibido en las últimas elecciones europeas, partidos políticos que defienden posicionamientos discriminatorios contra personas migrantes, refugiadas, mujeres y miembros de la comunidad LGBTI, el balón sigue rodando como si nada.

El 28 de junio, día del Orgullo, sería un buen momento para meterle un gol a la homofobia. Los aficionados podrían ondear banderas arcoíris en los estadios de la Eurocopa, los capitanes podrían mostrar brazaletes de apoyo, y las distintas federaciones y la UEFA, organizadora del torneo, podrían hacer declaraciones institucionales para avanzar en una causa justa y necesaria, como la igualdad y el respeto a la diversidad y a la identidad de género.

Carlos de las Heras, responsable de deporte y derechos humanos en Amnistía Internacional España.

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