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El Madrid sentó sus reales en Glasgow

La nueva Champions no pudo comenzar mejor para el Madrid. Para empezar, el marco, un ambiente que destilaba veneración por el fútbol y por la Champions, y un Celtic que salió con entusiasmo a por el partido. Y para terminar, un resultado rotundo, 0-3, para mí por encima de sus merecimientos, pero que abrillanta su prestigio de multicampeón. Una sola sombra en la noche, la retirada de Benzema con molestias en la rodilla. Justamente él, el hombre sin reserva. Durante un rato, el equipo pareció un marino que había perdido el rastro de la estrella polar. Pero su poderío se impuso y ganó bien. Y hasta marcó Hazard, justo el sustituto de Benzema.

No fue el partido que dice el resultado. El Madrid no lo controló y las ráfagas del Celtic crearon sustos, sobre todo un terrible tiro al palo que dejó a Courtois seco. Pero todo acabó con el primer gol, galopada vertiginosa de Valverde que cogió a la defensa del Celtic desarmada, pase cruzado a Vinicius y remate con serenidad científica. Casi de inmediato, una buena arrancada de Hazard acabó con el balón a pies de Modric, que salió de regates con apuros y remató con el bello recurso del exterior, la superficie que Benítez le quería prohibir. Y ya a partido ganado, el gol de Hazard, que le avala como primer repuesto de Benzema como se propone Ancelotti.

Un gran resultado para el Madrid, en definitiva, todo lo contrario que el del Sevilla, al que le pasó lo que se temía. Lopetegui salió sin delantero, con Isco de falso nueve, en la idea de taponar a Haaland. Pero, ¿quién tapona a Haaland? Él abrió el marcador y aún marcaría un segundo gol tras el descanso cuando ya el Sevilla, con Rafa Mir sobre el campo, trataba de restablecerse con un dibujo menos medroso. Pero no había nada que hacer y la cosa terminó en 0-4 y gritos contra el presidente, Castro. Al Sevilla esta visita de este City versión 22-23 rearmado con Haaland le ha pillado en el peor momento. A Castro y a Lopetegui les cubría anoche una nube negra.