El Madrid regresa a su infernal casilla
La magnitud de la derrota mancha la impresión que había trasladado el equipo en los seis partidos anteriores...
Un derbi de muchas curvas terminó con el Real Madrid tirado en el arcén, entre una lluvia de incómodas preguntas. La magnitud de la derrota mancha la impresión que había trasladado el equipo en los seis partidos anteriores de liga, registrados con victorias y un optimismo creciente en el madridismo.
Le barrió una versión estelar del Atlético, que no tenía vuelta de hoja. Ganar o ganar, todo lo demás le dejaba demasiado lejos del Madrid a una hora muy temprana del campeonato. La situación se volvió doblemente crítica porque el Real Madrid remontó en el primer tiempo, sin el impacto que podía calcularse. La respuesta del Atlético fue inmediata y contundente, favorecida por la clamorosa debilidad defensiva del Madrid.
El Atlético ganó todos los duelos individuales, interpretó infinitamente mejor las obligaciones colectivas, le sobró carácter para reponerse de los dos goles que encajó, no volvió a conceder oportunidades, corrió más y mejor, detectó las carencias del Madrid (deficiente juego aéreo, ineficacia en el medio campo, desconexión total de las líneas) y elevó de tal manera la temperatura del partido que lo convirtió en una fiesta para su hinchada, que ya la incluye entre las memorables de su historia. Hacía 75 años que no marcaba cinco goles como local en el derbi.
El Atlético ha gastado 300 millones de euros en completar una plantilla que era buena y ahora es magnífica. Nico González y el eslovaco Hancko destacaron en el partido, Barrios fue un gigante en el medio campo, Giuliano Simeone ganó sin pestañear sus continuos duelos con Vinicius y Julián Alvarez salió del derbi entre aclamaciones. En el Atlético todas fueron grandes noticias. En el Real Madrid no hubo ni una buena.
Alonso sale herido del derbi. No encontró soluciones al desparrame de su equipo. Sorprendió la inclusión de Bellingham, descolgado del partido, como si él mismo no entendiera su titularidad. Entre otras cosas, significó el cambio de funciones de Arda Güler con respecto a los partidos anteriores. Aún así, el turco fue el único jugador del Madrid que vio rendijas donde los demás encontraban una marea de camisetas rojiblancas. Quedó claro que su conexión con Mbappé es instantánea.
Güler fue el primer jugador sustituido en el Madrid, cambio que difícilmente se puede interpretar como el temor a una segunda tarjeta amarilla. No era el único amonestado y es demasiado listo como para complicarse la vida dos veces. Sin Güler, al Madrid se le apagaron definitivamente las luces. Alonso llenó poco a poco el equipo con delanteros (Mbappé, Vinicius, Mastantuono, Rodrygo y Gonzalo) pero Oblak salió del partido como un atento espectador.
Fue el primer derbi de Dean Huijsen y Álvaro Carreras. El central ha dado aviso de su falta de contundencia y su exceso de confianza en algunos partidos, en Anoeta, por ejemplo, donde salió expulsado en el controvertido lance con Oyarzabal. Contra el Atlético le faltó autoridad defensiva. No opuso resistencia al cabezazo de Sorloth en el gol del noruego, pero tampoco encontró la ayuda de Carreras en la jugada. El lateral izquierdo fue quizá el jugador más superado del partido, toda la tarde mirando por el retrovisor: la pelota del rival siempre a su espalda.
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El Real Madrid recordó la versión de la temporada anterior, disperso y pasivo. Recibió cinco goles, desaprovechó la breve ventaja que tomó en el primer tiempo y, en su primer partido contra una potencia del fútbol, regresó a la temida casilla de sus dolorosas goleadas contra el Barcelona, el Arsenal y el Paris Saint Germain. Un paso muy atrás que provoca numerosas preguntas y requiere rápidas respuestas.
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