Santiago Segurola

El Madrid no vuela, pero navega

No es el Madrid que vuela, pero sí el que navega con oficio en medio del temporal. La hinchada no sabe qué pensar. Ancelotti, sí.

El Madrid no vuela, pero navega
JESUS ALVAREZ ORIHUELA | DiarioAS
Santiago Segurola
Actualizado a

Se escucharon, casi sotto voce, algunas quejas de la hinchada al partido del Madrid con el Rayo Vallecano, equipo que define el variopinto carácter de la Liga española. Juega bien, a través de un fútbol desinhibido, refrescante, impropio de lo que siempre se ha entendido como lo natural en clubs que se trabajan la supervivencia en la Primera División.

No se vio la distancia sideral entre dos equipos de la misma ciudad que, sin embargo, habitan planetas muy distintos. Uno es el equipo universal, campeón de todo, primera espada del fútbol desde tiempo inmemorial. El otro es el orgulloso representante del fútbol barrial, el último representante de una especie destinada a desaparecer en la sofisticada trama de intereses económicos que mueven el deporte más popular del mundo.

El Madrid se adelantó 2-0, menos por méritos que por la categoría de sus estrellas. Mbappé marcó un gran gol, muy propio de su estilo y Vinicius agregó uno que quedará para los grandes momentos de su carrera. Un gol para la posteridad, lleno de los detalles y sutilezas que sólo se les ocurre a los fenómenos del fútbol: una jugada exclusiva, sin posibilidad alguna de participación ajena, que parecía condenada a disiparse -Vinicius ingresó en el área entre amagos, bien resistidos por la defensa del Rayo- cuando el extremo brasileño giró, salió del área y se dirigió a la banda, de frente a la tribuna.

Le siguió Lejeune, central eficaz, alto, grandón, un fijo en la defensa del Rayo desde hace tiempo. Si en ese momento se hubieran abierto apuestas, sólo los más delirantes habrían sospechado por el gol que iba a venir. Era una jugada moribunda. No para Vinicius, que giró como una trompa, descaderó a Lejeune y regresó al área por dónde había salido, tirando amagos y regates a todo el personal defensivo hasta que encontró la rendija para colocar un tiro tan engañador como todo proceso previo. La pelota entró junto al palo más cercano, no por el lejano que Batalla había calculado.

El Madrid no vuela, pero navega
Vinicius hace el 2-0 ante el Rayo Vallecano.JAVIER GANDUL

Un gol antológico que se benefició de la tibieza de Lejeune. No le salió la vena de central expeditivo. En cualquier caso, la jugada mereció la incredulidad de Ancelotti. Se llevó las manos a la cabeza un hombre que ha jugado con los mejores del mundo y ha dirigido a las estrellas más selectas de este siglo. Por si acaso, el gol de Vinicius valió un potosí. El Rayo acortó distancias con un remate sensacional de Pedro Díaz, gol que justificó el excelente partido de un equipo laminado por las bajas Isi, Mumin, De Frutos, Camello y Nteka, titularísimos la mayoría.

Una vez más, el Madrid ofreció señales desconcertantes. Marcó pronto, como ocurrió frente al Atlético cinco días antes y luego se gripó como en la noche europea. No le faltaron un par de ocasiones al contragolpe, pero el partido adquirió un aire enrarecido que no pasó inadvertido a Ancelotti. Mediada la segunda parte, sustituyó a Rodrygo y Mpappé, que se retiró con gesto de fastidio. Ingresaron Valverde, Brahim y Camavinga. Si fuera por él, habría entrado el mismo Ancelotti, notable centrocampista en el mejor Milan de la historia.

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Al público no le pareció bien y deslizó algunas protestas. Ancelotti declaró después que la situación exigía una decisión defensiva. Le salió la escuela italiana que lleva dentro y consideró que la victoria le dio la razón. El Madrid ha ganado dos últimos partidos -Atlético y Rayo- con el mismo resultado (2-1). No enamora, tiene defectos y varios lesionados, ha disputado 11 partidos desde el 1 de febrero, cada 3,3 días y sorprendentemente no ha marcado más de dos goles en los nueve encuentros que le han enfrentado a los equipos españoles desde entonces.

No es el Madrid que vuela, pero sí el que navega con oficio en medio del temporal. Llega con ventaja al Metropolitano, le beneficia extraordinariamente la victoria en Anoeta en la ida de las semifinales y el domingo superó al Atlético en la clasificación. La hinchada no sabe qué pensar. Ancelotti sí: su equipo está donde tiene que estar a estas alturas del año.

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