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El Madrid ganó en dos relámpagos

Esta vez Simeone gastó uno de los pocos cartuchos que le quedan de utilizar a Griezmann a tiempo completo. Baste este detalle para explicar cuánto le importaba ganar el partido. Todo el Atlético salió motivadísimo y jugó como con el Simeone de la primera época: 4-4-2, con dos flechas arriba, João Félix y Griezmann, y peleando cada metro. El Madrid, con un grado de intensidad menos, tardó en encontrarse. En esa fase pensé que este partido iba a ser una prueba dura para los reemplazantes de Casemiro y Benzema, únicas variaciones respecto al equipo de París. Al Madrid parecía faltarle algo en el pasillo central, de corona de área a corona de área.

Pero empezaron a juntarse Kroos y Modric, muletearon bien la presión varias veces y de cuando el Madrid lanzaba un relámpago. El primero, tras buena jugada colectiva, acabó en gol con protagonismo precisamente de Tchouameni, cuyo pase fue exquisito, y remate fulminante de Rodrygo, que ya llevaba rato jugando bien y convenciendo. Los dos parches fabricaron un gol. No mucho más tarde, otro relámpago: pared Modric-Vinicius, galopada de este, tiro al palo y rebote para Valverde que lo remacha con poco ángulo. Un gol sensacional. Dos mordiscos de cobra a un Atlético que defiende mucho mejor hacia adelante que hacia atrás y bien que lo pagó.

La segunda parte no cambió el tono: el Atlético insistía, el Madrid esperaba soltar algún otro latigazo y el ambiente se encrespaba en torno a Vinicius, que empieza a moverse en el ojo de un huracán peligroso. El Atlético por fin marcó en el 82′, en uno de tantos córners, lo que abría la posibilidad del empate, pero el Madrid supo templar el partido. Hermoso, precisamente el autor del gol, fue de nuevo víctima de su tendencia al descontrol y se vio fuera en el 90′ por dos acciones intempestivas e innecesarias, la segunda castigada con demasiada severidad por el árbitro. Y ahí acabó todo. El Atlético puso el esfuerzo, el Madrid la flema y la velocidad.