El Madrid empieza con la redondilla

Un arranque escolar en toda regla, voluntarioso pero sin naturalidad ni audacia, ante la mirada entre comprensiva y bastante decepcionada de la afición.

El Madrid empieza con la redondilla
JESUS ALVAREZ ORIHUELA
Santiago Segurola
Actualizado a

Se abrió el curso en el Bernabéu y el Real Madrid practicó la letra redondilla, la básica en el arte de la escritura. Lo hizo despacio, con el esmero de los principiantes y el ojo puesto en Xabi Alonso, el nuevo entrenador. Un arranque escolar en toda regla, voluntarioso pero sin naturalidad ni audacia, ante la mirada entre comprensiva y bastante decepcionada de la afición. Es un público que quiere emociones fuertes y rápidas. No disfrutó del partido, que sirvió para elevar unas cuántas preguntas. La primera: ¿cuánto tardará Carvajal en regresar a la titularidad si Trent Alexander-Arnold mantiene su pasivo comportamiento?

Mbappé, el nuevo 10 del Real Madrid, marcó el gol, provocó el ingenuo penalti de Juan Cruz y se le vio animado. La jugada recordó un viejo dicho del fútbol: el ataque desordena. En su primera incursión semi prometedora, ya entrado el segundo tiempo, Osasuna llevó a cuatro jugadores hasta las inmediaciones del área. No lo había hecho, ni intentado, durante el primer tiempo.

Bastó un leve cambio de registro para que el equipo navarro perdiera la pelota. Mbappé enganchó el contragolpe, con espacio para correr y un solo marcador enfrente. Osasuna concedió el tipo de jugada que al Madrid le sirve desde tiempo inmemorial. El gol le resultó suficiente para ganar, aunque al personal le dejó frío.

Xabi Alonso alineó a tres nuevos, los tres defensas: Alexander-Arnold, Huijsen y Carreras. El lateral inglés produjo una mezcla de preocupación y desconcierto en la hinchada. Acrecentó la alarma de sus discretísimas actuaciones en el Mundial de Clubes. Por ahora no tiene la menor incidencia en el juego del equipo. Tendrá que darse prisa porque Carvajal no espera a nadie. Agarrará el puesto por la pechera y no lo soltará. Se hizo notar en los minutos que jugó. Repartió estopa y se sintió más que bien después de su larga lesión.

Si el problema de Arnold es la inadaptación, la timidez o la impresión de su salto al Real Madrid, al joven Huijsen (20 años) no le ocurre. No le intimida lo más mínimo la camiseta. Es un descarado. Lo había confirmado en la Selección. Le toca demostrar que su nivel defensivo está a la altura de su confianza. Todo indica que será un favorito del Bernabéu.

Álvaro Carreras no se arrugó. No es su estilo. Conoce el club, jugó en las categorías inferiores, y ha peleado por ganarse un sitio en el fútbol: pocos minutos en el Manchester United, muchos en la Segunda División con el Granada y casi todos en el Benfica. Ocupa un puesto, el de lateral izquierdo, bajo sospecha en los últimos años, en un equipo, por cierto, que en los últimos 40 años ha dependido de tres fenómenos: Gordillo, Roberto Carlos y Marcelo. Una posición sagrada en el Madrid, desde luego.

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Cómo el partido dio para poco, se dedicó la atención a los casos individuales. Arda Güler se siente complacido con Xabi Alonso. Casi le abraza cuando le sustituyó por Mastantuono. El jugador turco prosigue su aprendizaje en el medio campo, a la espera de una respuesta definitiva. No hay unanimidad en las opiniones. Ingenio no le falta. ¿Recorrido? ¿Consistencia? ¿Capacidad defensiva? Son las preguntas que Güler deberá responder más pronto que tarde, hasta que Jude Bellingham regrese.

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