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El ‘lovely car’ de Alonso

La vida sigue igual en Red Bull. No en el resto. Max Verstappen ganó este domingo el GP de Bahréin, la carrera inaugural del Mundial de F1, con Checo Pérez segundo. Lo esperado. Por momentos también pareció seguir igual en todo lo demás. El subcampeón Charles Leclerc se coló entre los dos energéticos, mientras que Carlos Sainz rodaba alerta en la cuarta plaza, para aupar al Ferrari como segundo coche. Incluso los dos Mercedes adelantaron a Fernando Alonso en la salida, para enfriar unos ánimos que no tardaron mucho en volver a caldearse. Porque las competiciones de Fórmula 1 son largas, en las 57 vueltas de Sakhir pueden pasar muchas cosas. A veces, mágicas. Otras veces, tristes. Y pasaron. El monoplaza de Leclerc se paró, el de Sainz degradó más de la cuenta… Los test no engañaban. Mientras el Cavallino Rampante se desbocaba, Alonso exprimió su clase por detrás. Con George Russell ya despachado desde los primeros lances, llegó unas de las imágenes más especiales de la jornada: el duelo con Lewis Hamilton. Campeón contra campeón. Cuentas pendientes. El adelantamiento del español, tras varios tanteos, ya compensaba todo el fin de semana. Pero aún quedaba más. Fernando se fue a por Carlos, que también sucumbió ante las fauces de su compatriota. ¡Podio a la vista!

Sainz resistió luego el empuje de Hamilton, que no fue poca cosa. Pero las miradas no estaban este domingo en el madrileño, sino en el renacido bicampeón del mundo, que disfruta de una segunda juventud, a sus 41 años, a los mandos del emergente Aston Martin. Eso no sigue igual, ese es el gran salto de la temporada 2023. El Red Bull continúa inalcanzable, de momento, pero el asturiano ha confirmado las sensaciones que transmitió durante la última semana: el coche británico está para luchar regularmente por los podios… This is a lovely car to drive”, dijo Alonso por la radio. Enamorado de su nuevo volante. Si luchas por los podios, la victoria también está a tiro. Alguna caerá. Hay licencia para soñar.