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El Inter obligó a Pep a 27′ de catenaccio

El Inter fue coherente con la dinámica de los equipos italianos en estas finales europeas. Como Roma y Fiorentina, cayó sin merecerlo ante un equipo que, en principio, era claramente el favorito y, según muchos, le habría aplastado sin despeinarse, en poco tiempo. Los nerazzurri, en cambio, mostraron todas las virtudes que le llevaron a ser perfectos en todas las Copas que han disputado en los últimos dos años. Desde el comienzo del partido, estuvo clarísima la diferencia de presión entre los dos conjuntos. Los milaneses jugaban tranquilos, los citizens sentían la obligación de ganar. Con el movimiento sin balón, la intensidad, el orden táctico y también la calidad de sus jugadores, el Inter convirtió al City en un conjunto casi normal, dando vida a una final igualada que Guardiola tuvo que terminar pidiendo la hora. Porque, tras el gol de Rodri, el conjunto inglés sufrió muchísimo ante unos italianos sin puntería ni suerte.

Las estadísticas finales dejan claro que el Inter merecía llegar al menos a la prórroga: tuvo el doble de expected goals (1.81 contra 0.94), disparó más (14 contra 7), lanzó más córners (4 contra 2), tuvo más ocasiones (4 contra 2) y remató una vez a la madera. Inzaghi debe estar orgullosísimo de su trabajo y de sus chicos, que llegaron a un paso de una hazaña que habría sido legendaria. El City, tras el gol, tuvo solo el 39% de posesión, y disparó una vez contra ocho. Básicamente, durante los últimos 27 minutos de esta final, hizo catenaccio, pero ganar así no es ninguna desgracia. En Italia lo sabemos muy bien.