El gol de Vinicius trasciende su belleza
Acostumbrado a una posición de autoridad en el equipo, consentida en los últimos cuatro años, Vinicius no entendió la personalidad de Xabi Alonso, un hombre que aborrecía el sistema de castas como jugador y las detesta como técnico.
Vinicius marcó contra el Levante un gol que trasciende su belleza, una delicada pieza de arte que produjo uno de esos momentos especiales en el fútbol, cuando se mezclan el asombro y una pizca de incredulidad. Sí, fue un maravilloso gol, el primero de un partido que traslada al Real Madrid del terreno de las conjeturas al escenario de su verdadera magnitud: un equipazo, dirigido por un entrenador que ha aprovechado su firme dialéctica con Vinicius para enviar un mensaje al jugador brasileño y, por extensión, al resto del equipo. Aunque la temporada apenas ha comenzado, Xabi Alonso se ha impuesto: quiere forjar el mejor equipo de Europa, que muchas veces no es el equipo que gana más Copas de Europa.
La maravilla de Vinicius adquiere un valor primordial para el propio futbolista, que hasta ahora no había completado los 90 minutos en ninguno de los partidos, seis de Liga y uno de la Champions League. No había jugado especialmente bien, ni tampoco mal. Acostumbrado a una posición de autoridad en el equipo, consentida en los últimos cuatro años, Vinicius no entendió la personalidad y los principios futbolísticos de Xabi Alonso, un hombre que aborrecía el sistema de castas como jugador y las detesta como técnico.
Un debate clásico del Madrid es dirimir qué tipo de entrenador le conviene. Dos bandos frente a frente: los que defienden a la estirpe de los considerados grandes gestores −Del Bosque, Zidane, Ancelotti− y los que promueven la idea del caudillo jefe, a la manera de Fabio Capello o Mourinho. Es un debate que se resuelve de forma pendular. A cada decepción de un modelo le sigue la proclamación del otro.
Podría interpretarse la elección de Xabi Alonso como sucesor de Ancelotti como parte de esta corriente. Alonso tiene algo de prusiano. Tolera mal el Star System, salvo si el Star System se adapta sin reserva a su método de dirección. Es una lucha aparentemente desigual porque suele decirse que el Real Madrid siempre ha sido un club de jugadores, no de entrenadores. Es probable que, a la vista de su experiencia, Vinicius pensara lo mismo. Y si lo pensaba, podía concluir que la historia estaba de su parte.
Todo indica que la relación Xabi Alonso-Vinicius guarda una vertiente didáctica, no sólo para el delantero brasileño, sino para todo el equipo. No hay lugar para vedetismo, pero sí para que las estrellas se impliquen con todas las consecuencias en el desempeño del equipo. Vinicius, gran jugador, sin la menor duda, tiene una ventaja con su nuevo entrenador.
A diferencia de Capello y Mourinho, dos narcisos que disfrutaban de su aversión a tal o cual jugador, y lo teatralizaban públicamente, Xabi Alonso no tiene alma de prima donna. Tiene un trabajo que hacer y lo hará a su manera, sin sectarismos, ni concesiones. Y sin alardear. Xabi Alonso sabe muy bien que Vinicius es un jugadorazo al que conviene poner límites y exigirle tareas que hace tiempo había olvidado. Todo indica que el brasileño ha acabado por entender el mensaje. La plantilla ha tomado nota.
Vinicius jugó contra el Levante su primer partido entero (Mbappé fue sustituido en el minuto 77). Terminó con el brazalete de capitán. Marcó un gol fabuloso y liberador. Ha marcado unos cuantos sensacionales, pero éste fue especial, se diría hasta que novedoso, impropio de la idea básica que se tiene de Vinicius. Lo marcó en una jugada por la derecha, contra su querencia natural, y la resolvió con una delicadeza primorosa, etérea, el suave prodigio de un jugador adscrito en el imaginario a jugadas eléctricas y goles de llamarada.
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Vinicius lo celebró como si fuera el más importante de su vida, con razón porque le reivindicó en un momento delicado y además puso al Madrid a volar. El equipo jugó como la seda y golpeó como un martillo. Fue la clase de equipo que quiere Xabi Alonso y Vinicius, la clase de estrella que pretende su entrenador.
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