El Getafe-Barça fue un oprobio insufrible

Apago la tele horrorizado, con la sensación de que espíritus cada vez más siniestros están degradando el fútbol. Un partido largo e insufrible, con unos descuentos tenebrosos porque la nueva línea no es cortar y amonestar las pérdidas de tiempo, como antaño, sino sumar y sumar tiempo al acabar el plazo reglamentario de los 45 minutos por cada parte, en el que todos nos reconocíamos. Y todo esto arbitrado por un cómplice del antijuego, Soto Grado, cobarde hasta el grado máximo, que culminó su tarea levantándole al Barça un penalti que le hubiera compensado de sus esfuerzos por sacar adelante un partido que jugó remando río arriba.

“Nosotros ya hemos pasado por el dentista”, dijo un día Caparrós tras llevarse la consabida goleada del Camp Nou. Ahora el dentista ya no está en el Camp Nou, sino en el Alfonso Pérez de Getafe, donde el equipo local plantea un fútbol áspero, sólo posible con la complicidad del arbitraje. El Getafe esperó al Barça con la defensa erizada, interrumpiendo los desmarques con obstrucciones y codazos. Antijuego contra el juego, por cierto poco inspirado por parte de Pedri y Gündogan, del Barça. Antijuego consentido y que tuvo como consecuencia la expulsión de Raphinha antes del descanso, cuando harto de todo perdió los nervios.

Xavi le echó valor retirando a Christensen para colocar a Abde, a fin de mantener una llama en ataque. El atrevimiento tuvo el premio de una segunda tarjeta de Mata, lo que equilibró las fuerzas hacia el minuto 55. Luego todo fue meter chavales (Lamine Yamal, Ansu Fati, Gavi…), buscar el gol y afrontar las pérdidas de tiempo del Getafe, que jugó a que no se jugara. De últimas, el Barça tuvo a mano la victoria con un penalti por patada a Araújo en la planta del pie a balón controlado, Soto se sacó de la manga una mano inexistente de Gavi. Vergüenza para Soto, vergüenza para Medina, vergüenza para todos los que gustamos del fútbol. Esto no va.