El dolor de barriga
El Manchester City fue inmensamente superior al Real Madrid. Marcó cuatro goles y si no llega a ser por Courtois podrían haber sido siete. El portero, Ancelotti, Carvajal, Modric, Kroos y Vinicius reconocieron al final del partido que el rival había sido mejor y punto. A Benzema, el capitán, no se le vio en el campo ni se le oyó después de la derrota y su ausencia es una de las claves del monumental sopapo.
Que el City podía ganar al Madrid en su estadio entraba dentro de las posibilidades; la última derrota de Guardiola en Champions en el Etihad fue hace cinco años, en septiembre de 2018 ante el Lyon, pero el monólogo, el baño, la impotencia, hacen mucha pupa. O, como dijo Pep nada más terminar el partido: “Hemos jugado con el dolor en la barriga desde lo ocurrido el año pasado y lo hemos sacado todo en la energía y en el deseo”. Ahora, el dolor de tripas ha cambiado de bando y será el Madrid el que lo padezca hasta que pueda tomarse la revancha y volver a ganar. Y si algo ha demostrado en su historia el Real Madrid es que siempre vuelve.
Ha ganado cinco Champions en los últimos nueve años, han disputado 11 semifinales de las últimas 13, la temporada pasada lo hizo además eliminando al PSG, al Chelsea, al City y al Liverpool en la final. Había convertido en ordinario lo extraordinario y de ahí que la bajada al planeta Tierra, a lo normal en el deporte que es perder y no ganar, esté siendo especialmente dura. Un día después de caer el tribunero está que trina y echaría a todos a la calle empezando por Ancelotti, pero el club –es decir, Florentino Pérez– está obligado a hacer un análisis sosegado de lo que se necesita no para ganar la Champions la próxima temporada, sino para disputar la Liga hasta el final y no dimitir mes y medio antes de que concluya. Llegar hasta el Etihad para pelear la posibilidad de disputar una final es elogiable; son los 14 puntos de diferencia con los que el Barça se ha proclamado campeón los que deberían retorcer los intestinos de los madridistas.