El discreto encanto de Benzema
Karim Benzema subió a recoger el Balón de Oro de manos de Zidane y un viento de alegría sacudió el auditorio. Es cierto que jugaba en casa, pero hay algo más. Está por un lado su excelencia, desarrollada en los últimos tres o cuatro años después de bastantes a la sombra de Cristiano Ronaldo. ¿Por qué no desarrolló antes todo lo que tenía? Quizá comodidad, quizá modestia, quizá prudencia, quizá respeto a lo que, creo que fue Ancelotti, definió como ‘ecuación de goles’, que venía a equivaler a que nadie pasara de la mitad de los que metía Cristiano, cuya obsesión por destacar no hubiera soportado bien una competencia.
Marchado Cristiano sin repuesto de peso, hizo lo contrario que Bale: tomó la responsabilidad del gol y del liderazgo. Un curioso caso de madurez de un superclase de aire indolente en sus primeros años, que ahora baja a descargar, combina, da consejos, marca muchos goles y es capaz de sacar conejos de la chistera. Ya le voté el año pasado y me sorprendió que sólo fuera el cuarto. Quizá entre quienes no le veían tan de cerca pesó demasiado su recuerdo de años atrás. Ahora lo ha conseguido y su nombre brillará en esa lista de los mejores, óscars del fútbol, para satisfacción del Madrid, de Francia y del Olympique de Lyon, que lo crio.
Courtois mejor portero, no podía ser otro. Premio Kopa (promesa) al emergente Gavi. Trofeo Gerd Müller (máximo goleador con su club y con la selección) a Lewandowski, y segundo Balón de Oro femenino para Alexia Putellas, una alegría para todos después de haberse perdido la Eurocopa por lesión. Señal de que había acumulado tantos méritos antes que ni esa ausencia permitió que nadie la desplazara. Como el año pasado, me encantó su alocución. Todo feliz para nuestro fútbol salvo la fea sorpresa del Manchester City como mejor club. ¿Cuál es el criterio? Puede gustarme su juego, está Guardiola, voté a De Bruyne tras Benzema, pero su naturaleza como club, capricho de un jeque que desquicia el mercado, me parece aberrante.