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El deporte es deporte

El deporte es deporte. La frase parece una obviedad, como aquel histórico “fútbol es fútbol” que viralizó Vujadin Boskov, pero las cosas evidentes a veces no lo son tanto si rascas un poco. En el largo camino del deporte hacia la igualdad, la integración y la inclusión, todavía existen barreras lingüísticas y organizativas que hay que superar. En el ámbito de la mujer en el deporte, ya comienza a haber un consenso en que no existe el fútbol femenino o el baloncesto femenino, por poner dos ejemplos, igual que no hay un fútbol masculino o un baloncesto masculino. El fútbol es fútbol y el baloncesto es baloncesto. Con las mismas normas. Sin género. Cuesta acostumbrarse, claro, pero esa es la realidad hacia la que caminamos.

Algo parecido ocurre en el deporte de personas con discapacidad o deporte paralímpico, aunque con mayores complicaciones que hay que ir adaptando a las sensibilidades sociales del momento. El lenguaje topa a veces con anacronismos como el término ‘disminuido’ en el texto de la Constitución española, que es de justicia actualizar. La tendencia de hoy es definirlo como ‘persona con discapacidad’, o ‘deportista con discapacidad’ en el caso concreto. Pero no descartemos tampoco un mañana que elimine la palabra ‘discapacidad’, para llamar ‘personas’ a las personas y ‘deportistas’ a los deportistas, sin más añadidos. El porvenir va por ahí. AS acogió este miércoles en su sede la reunión de la Comisión Nacional del Deporte Inclusivo, que tiene entre sus cometidos articular la integración del deporte paralímpico en las federaciones unideportivas, como reclama el Comité Paralímpico Internacional y la nueva Ley del Deporte. Hay varias, de hecho, que ya lo han asumido en parte. De fondo se otea un futuro ideal donde ya no exista una separación entre Juegos Olímpicos y Juegos Paralímpicos, sino un solo evento deportivo, integrado, con sus diferentes categorías. Porque el deporte es deporte.