El Castilla de Raúl, a un paso de Segunda
El Alfredo Di Stéfano ofreció ayer un apasionante clásico chico, Castilla-Barcelona Atlètic, con la ruta del ascenso en juego. Los azulgrana traían un 4-2 que les confundió, porque escogieron la vía de jugar poco y enfriar mucho. Pero ‘noventa minuti in Alfredo Di Stéfano’ también son ‘molto longo’ y el Madrid consiguió marcar los tres goles necesarios. El 3-0 llegó en el 94′ y de penalti, pero antes de que nadie extraiga de tal cosa conclusiones maliciosas, aclararé que fue un penalti tan claro como insensato, cometido por Dionkou, una mano en alto para evitar el cabezazo en un córner. Mano por el antiguo y nuevo testamento.
Raúl se jugaba mucho en este partido. Las señales que emite el club no le colocan en pole position para una posible sucesión, sino bien por detrás de Xabi Alonso y Arbeloa. Probablemente este verano tenga que cambiar de aires y le vendrá bien para eso haber logrado el ascenso, objetivo del que aún le separa un formidable Eldense. Ayer manejó bien el partido cargando el ataque a medida que avanzaba el reloj. Fueron decisivas las incorporaciones del juvenil Gonzalo y del exbarcelonista Iker Bravo, que escuchó de todo en la ida y celebró su gol por todo lo alto, al modo de Luis Enrique vestido de blaugrana en el Bernabéu.
El Barça perdió su portero titular, Arnau, convocado con la Sub-21, pero el suplente, Astralaga, aún juvenil, no tuvo culpa en los goles y se apuntó alguna parada milagrosa. Si perdió 3-0 el Barça fue por su decisión de jugar un partido frío, error de Márquez, aquel estupendo central mexicano que hace sus primeras armas como entrenador. Una lástima, porque había hecho una buena temporada. Pero mucha más lástima fue la desastrosa celebración masiva con la grada tras el 3-0, que provocó el derrumbe de la valla y caída de aficionados sobre jugadores formando un revoltijo cochambroso impropio de este tiempo y de esa instalación tan nueva.