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El British más especial

El British Open siempre es un torneo especial, uno de los acontecimientos más ilustres del calendario. Este año, todavía más. El British celebra, del jueves al domingo, su 150ª edición, un número mágico. Y lo hace en St. Andrews, su campo más icónico, conocido como La Catedral o como la Casa del Golf. Conquistar The Open en cualquier temporada ya es uno de los momentos álgidos de este deporte, y también del deporte en general. Hacerlo en el Old Course de St. Andrews multiplica el prestigio y, como dice Jon Rahm, te introduce en “un club muy selecto”. Pero conseguirlo, además, en un aniversario tan señalado, te eleva para siempre a los altares del golf. Todos lo saben. Por eso nadie se lo ha querido perder, ni siquiera el tricampeón Tiger Woods, a pesar de su maltrecha pierna izquierda. En estos tiempos de división en el golf con el aterrizaje de los petrodólares saudíes en el circuito LIV, todavía quedan retos que no se compran con dinero. St. Andrews es historia. El Abierto Británico es historia. Y todos sus campeones son historia. Lo otro es lo otro.

Y en esa historia con tanta solera hay un nombre español que brilla con una luz intensa: Severiano Ballesteros. El genio de Pedreña ganó en el campo escocés el segundo de sus tres títulos en el British en 1984, el año de su famosa foto con el puño en alto. Seve es venerado en estos lares, más incluso que en España. Es patrimonio británico. Una figura inolvidable. Jon Rahm, admirador confeso del mito cántabro, siempre ha asumido la responsabilidad que supone continuar con su legado. En cada gran victoria tiene unas palabras para él, una mirada hacia arriba. Hoy, aunque llegue a menor tono que otras veces, sale entre los candidatos a coronarse en el major que encumbró a su ídolo. Una motivación extra para el de Barrika, otro añadido romántico para luchar por la edición más especial.