El Bernabéu no se olvida de Negreira

Lo que iba para una noche buena de fútbol (se adelantó el Mallorca, Muriqi mediante, el Madrid apretó hasta marcar dos goles en un minuto) degeneró en algo desagradable con la parroquia irritada por una mala combinación de VAR y Nuevo Testamento, con la consecuencia de tres goles anulados al Madrid. Dos por fuera de juego de Mbappé (el primero de ellos por el pelo de una gamba) y el tercero por un rebote previo en el codo de Güler, tras lo que el balón fue al portero, le volvió rechazado al turco y este remató. Todo junto dio lugar a un enfado gordo, con gritos de “¡Negreira, Negreira!” y “¡Corrupción en la Federación!”.

El madridismo tiene clavada la impunidad de los 17 años de Negreira como asalariado del Barça, y a eso se une que los retoques del viejo Reglamento tienen a la afición despistada. No es fácil estar al tanto, con tanta novedad ilógica. Mi hermano me saca siete años, va asiduamente al fútbol desde últimos de los cincuenta, me llevó de niño y fue él quien me explicó el Reglamento, bien sencillo de entender, prácticamente una ley natural. Bueno, pues ahora cada poco me llama para hacerme consultas sobre tantos cambios vertiginosos, antinaturales e ilógicos, de los que a mí me tiene siempre bien informado Iturralde.

Louzán quitó a Medina y a Clos para aplacar la fobia de Florentino y rediseñó la estructura, pero no se ha apreciado ningún cambio de fondo. Ayer mismo se coló el gol de Giuliano Simeone tras un fuera de juego, con González Fuertes en el VAR, uno de los dos personajes que en vísperas de la final de Copa profirieron amenazas al Madrid, invocando el nuevo sindicato. Con esos antecedentes, más dos goles anulados a Mbappé, al estadio le indignó la anulación del de Güler, válido por el Antiguo Testamento y hasta por el nuevo, que para anularlo exige inmediatez que no se dio entre la mano involuntaria y el gol.

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