El Barça sigue en caída libre
Dos derrotas calcadas, 90-91 y 91-90, en dos apretados finales mal resueltos, en sendos derbis regionales ante el Joventut y el Girona, este último el colista de la ACB, han colocado al Barça al borde del precipicio, con escasas posibilidades de clasificación para la Copa del Rey, y con su entrenador, Joan Peñarroya, más fuera que dentro. Ese es el resumen rápido de una crisis que se agudiza en el basket azulgrana. A Peñarroya apenas le quedan bolas extras. Para salvar al equipo en la Copa y para salvar su propia cabeza, debe ganar los dos próximos encuentros de Liga, a domicilio con el Gran Canaria y en casa con el Bilbao, y echar cuentas del average con el Zaragoza o el Manresa, que al menos perderán un partido, porque juegan entre sí. Todavía hay esperanza, vale. Pero un equipo con el presupuesto del Barcelona, y con su historial, no debería haber llegado nunca a esta situación.
Es verdad que la lesión de Nico Laprovittola ha hecho mucho daño. Y que el fichaje de Raul Neto fue un disparo fallido. Ya ni hablemos del ridículo con el viaje de ida y vuelta de Thomas Heurtel. Pero incluso con esta baja, el Barça no debería pasar apuros para terminar entre los ocho mejores de España. Ha perdido, entre otros, ante dos de los cuatro últimos clasificados: el Breogán y el Girona. No hay ninguna ausencia que justifique esa andadura.
El cómputo global de la temporada es negativo, 17-18, con un nefasto 7-8 en la ACB y un 10-9 en la Euroliga que al menos le mantiene en la pelea por el playoff, aunque la visita al potente Mónaco no augura este jueves nada bueno. Peñarroya seguirá sentado en el banquillo, a la espera de un último milagro. El Real Madrid cavaba hasta hace un mes una fosa parecida, que ha logrado frenar. Con el gustazo, además, de haber dominado los tres Clásicos del año. La diferencia es que el FC Barcelona sigue en caída libre. Y no ve el fondo.