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El Barça puede ser pobre, pero es sexy

Berlín puede ser pobre, pero es sexy”, dijo unos quince años atrás el alcalde de la ciudad, Klaus Wowereit, frase que resultó un imán para nuevos visitantes de la ciudad, por entonces emporio de artistas. Lo he recordado ahora que Gündogan ha escogido al Barça, que a día de hoy no es pobre sino lo siguiente, a la hora de dejar el Manchester City. Cuentan que estaba enfadado con su club porque sólo le ofrecía un año. Con el contrato terminado, el mundo se ponía a sus pies, pues no sólo se trata del capitán del City del triplete Champions, Premier y FA Cup, sino de uno de los principalísimos del equipo, con un final de temporada despampanante.

Que haya elegido el Barça habla del tirón que mantiene este club a pesar de la situación económica que le abruma, agravada por el inminente destierro a Montjuïc. Nosotros vemos al Barça de cerca bajo una nube negra, pero por ahí fuera, con menos preocupación por la situación inmediata, lo contemplan como el club de leyenda de una ciudad con mar, gran clima y todos los alicientes de las mejores urbes del momento. Sin duda Mateu Alemany ha sabido explotar estos argumentos ante Gündogan, además de convencerle de un proyecto que está en las buenas y sabias manos de Xavi. Y por eso viene, como hace un año vino Lewandovski.

Otra cosa será inscribirlo. En el Barça hay una larga cola para eso que incluye a Iñaki Peña, Araújo, Balde, Marcos Alonso y Sergi Roberto. (Gavi ya lo está, me aseguran). Laporta necesita vender y ninguno de los de la actual plantilla declarados transferibles está por la labor, porque para ellos, naturalmente, el Barça también es sexy. Sí podrá vender a los cedidos Lenglet, Umtiti, Abde y Todibo, pero hará falta más y no es fácil. De momento, Gündogan se ha asegurado por contrato que si no le inscriben le pagarán igual y podrá ir a jugar al equipo que quiera. Una cosa es que el Barça sea sexy y otra olvidarse de todo cuando esté en sus brazos.