El Barça patina muy seriamente
Cinco corridas en puntas ha tenido el Barça este curso: los dos partidos contra el Inter, los dos contra el Bayern y el del Real Madrid. El saldo es un empate. Demasiados pinchazos como para pensar que no se trata de una línea. El equipo desenvuelto y goleador que luce y golea ante los cuadros medios y bajos del campeonato no es competente ante el fútbol mayor. El Bayern se lo ha hecho sentir ácidamente con sus dos victorias, la última un 0-3 en noche triste, lluvia sobre mojado desde aquel 8-2 que fue la primera piedra de un parcial que ya va por 19-2 en los cinco últimos partidos. Otrora azote del Madrid, el Bayern tortura ahora al Barça.
Para mi gusto, Xavi juega con demasiados riesgos. Sus defensas se baten con mucho terreno por detrás y sin superioridad numérica. El equipo va arriba sin la calidad de sus mejores años para hundir completamente al rival en su área ni tampoco la energía de reactivación para recuperar el balón en el campo contrario, así que son frecuentes las escapadas dos contra dos o tres contra tres, con terreno por delante y tiempo para pensar. Si los que se escapan son delanteros medios de nuestro campeonato la cosa puede tener remedio, y con dificultades. Pero si se trata de un Vinicius, un Mané o cosa de ese orden la cornada parece garantizada.
Es hora de decir que se esperaba más del Barça a estas alturas. El fútbol español le necesita, hasta el Madrid le necesita como compañero de fuerza en la batalla de la Superliga, y bien que se le nota a Florentino, que le ha facilitado a Laporta contactos para sus palancas, pero el Barça no está aún en posición de ocupar la plaza que le corresponde en el concierto internacional. Son ya demasiadas semanas de optimismo y explicaciones, de golpes de ilusión cada vez que Lewandowski sacude tres veces la red de cualquier adversario menor y de chascos en partidos grandes. Para esto no estábamos preparados y no terminamos de acostumbrarnos.