El Barça, en su laberinto
La sudorosa cara de Pedri y su mirada perdida en la lejanía, parecida a la de aquel año en que lo exprimieron como a un limón entre Eurocopa y Juegos Olímpicos en Japón, la expresión cariacontecida de Lamine, las butifarras de Flick, las ausencias de Raphinha, Ferran, Lewandowski, Olmo o Gavi, las grúas en el Camp Nou… Todo en el Barça remite a un mosaico cretense, un laberinto en busca de una salida. Con el Clásico a la vuelta de la esquina y el equipo prendido con alfileres en sus señas de identidad (léase Presión Alta sin Iñigo Martínez para alzar la voz en la maniobra) la cita de hoy contra el Olympiacos al menos llega un martes, con un día más para recuperarse de cara a la visita al Bernabéu. Aunque pudieran priorizar el calendario, los azulgranas no pueden dejar de pedalear. Los griegos no son el peor rival posible en estas circunstancias, pero nunca han sido cómodos y están curtidos en la tradición que les remite a las guerras del Peloponeso y las estratagemas en forma de caballo de madera gigante.
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El Barça necesita de la Champions League aunque sepa que le falta equipo y puesta a punto para aspirar a ella. Ya se verá al final de temporada, pero para llegar hasta ahí hay que ir dejando rivales por el camino, aunque solo sea para ayudar a cuadrar presupuestos y mantener la imagen de marca del club en Europa.
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