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El baloncesto abre una ventana

El Armani Milán y la Virtus de Bolonia se enfrentan este miércoles en la Euroliga. El partido no tendría nada de particular, más allá de que es el gran duelo del pallacanestro, si no fuera por la fecha de celebración y por las consecuencias que arrastra. El choque, inicialmente previsto para el viernes, se adelantó dos días porque coincidía con el clasificatorio para el Mundial entre Italia y España. El cambio permitirá a la selección azzurra contar con seis jugadores que militan en esas dos escuadras, mientras que la española sentará en el banquillo a Sergio Scariolo, técnico del Bolonia. El movimiento se explica oficialmente por exigencias televisivas, pero en el fondo de la decisión flota un acercamiento entre los otrora irreconciliables Euroliga y FIBA.

La entrada de Dejan Bodiroga en sustitución de Jordi Bertomeu al frente del torneo europeo, unida al aterrizaje previo de Andreas Zagklis en la federación internacional tras la muerte de Patrick Baumann, replantea un escenario que permite estrechar posturas. De momento no hay nada oficial, únicamente el runrún de nuevos tiempos, pero asoman brotes verdes. Una sensación de que algo va a ocurrir. Y no sólo por el duelo italiano, sino también por otras pequeñas concesiones, como esos jugadores turcos y serbios que comparecerán en sus respectivas selecciones, cedidos por clubes de Euroliga. Tan significativo como que sólo se disputen dos partidos continentales el viernes, justo el día de las Ventanas. A los españoles, que se mantienen en la línea de Bertomeu, todavía no les ha llegado este buenismo, de hecho el Barça no ha dado vía libre a Sanli para jugar con Turquía, pero es indudable de que hay síntomas de tolerancia. Que una selección juegue el mismo día que el mejor equipo de su país sigue sin tener sentido, nunca lo tuvo. Hace falta una solución en el calendario. Mientras llega, al menos se ha ganado en flexibilidad. Y en coherencia. El basket ha abierto una ventana.